sábado, 30 de octubre de 2021

The Other Side. Reglamento. Cuarta parte.

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Entrada previa: The Other Side. Reglamento. Tercera Parte.


Juicio por combate

Escrito por Justin Gibbs

La cuarta y última parte del Reglamento de The Other Side es el relato corto que ocupa el final del libro. La sinopsis es la siguiente: la Capitán Samantha Thrace está siendo juzgada por un tribunal del Imperio Inglés por cargos de cobardía y deserción. Entre ella y la soga no solo está su testimonio, también el de dos personajes que hasta este momento no han tenido una ocasión de brillar por sí mismas en lo que llevamos de libro: Kassa Okoye, una Coronel Ingeniera de la División de Acorazados de Abyssinia, y Margaret Belle, la mejor agente de campo de espionaje que el gobierno británico tiene a su disposición. El relato en sí brilla por varios motivos, siendo el primero lo bien que caracteriza a las tres protagonistas. Segundo, es que tiene muy buen ritmo y se hace ameno de leer. Finalmente, es toda la información y perspectiva que otorga de las facciones de la Tierra con respecto a los enemigos antinaturales que están combatiendo. Para situarnos en contexto, apenas han pasado unas pocas semanas desde la Batalla de Londres y los gobiernos del mundo tienen más preguntas que respuestas. Los avistamientos de las Hordas Gorgojeantes y los buques desaparecidos son cada vez más habituales, al tiempo que la aparición de grupos sectarios por todo el mundo ha abierto varias investigaciones para averiguar qué implicación puede haber tenido la Iglesia del Hombre Ardiente en la surgimiento de la criatura que voló sobre Londres hace unas semanas, desconociendo hasta qué punto es peligroso el culto que inició Ephraim Wade o incluso, si las Hordas y el Culto podrían estar trabajando conjuntamente. 



Primer testimonio: Coronel Kassa Okoye


La acusación sienta en el estrado al primer testigo de la defensa, Kassa Okoye. Desde un primer momento queda claro que la acusación está dispuesta a todo por llevar a Thrace al cadalso, no ya por una cuestión personal, sino porque la condena a muerte de Thrace por un tribunal inglés se vería como una victoria política sobre el Gremio. El testimonio de Kassa comienza con ella narrando el día en el que Samantha llegó al puerto de Djibouiti para un ejercicio diplomático. En principio, Kassa no solo desconfía del Gremio y de su "enviada diplomática", es que se muestra abiertamente hostil ante lo que ella ve como un peligro para su país y un rival que tarde o temprano, atacará a Abyssinia, espetándole a Thrace todo esto que acabo de decir sin un ápice de duda. Thrace se lo toma con indiferencia, poco interesada en las teorías conspirativas de Kassa. La Teniente Ingeniera tiene meridianamente claro que solo está dispuesta a enseñarle a la Capitán Thrace alguna pieza de tecnología obsoleta con la que pueda impresionarla, sin dejar que ella se acerque a su arsenal más moderno, no queriendo ceder ni una sola pieza de información que pueda ira a parar a los superiores de Thrace. La demostración en cuestión va a ser una cacería de piratas a bordo de un viejo destructor con el que Kassa comenzó a improvisar algunas mejoras cuando la nave, bautizada como Shererit, le fue asignada.

La piratería en la costa este de Abyssinia ha sido un problema en los últimos meses, especialmente cerca de una zona que han bautizado como el Cinturón de los Olvidados, donde ha desaparecido un número considerable de naves en las últimas semanas. Kassa y su tripulación no tardan en divisar un barco mercante que está siendo saqueado y hundido por tres barcos a vapor capturados y reconvertidos por piratas. Que los piratas hayan asesinado a la tripulación y estén quemando el barco lleva tanto a Kassa como a Thrace a pensar que no son piratas, sino mercenarios con la tarea de interrumpir el comercio en esa ruta, algo con lo que Thrace parece bastante familiarizada. Kassa no descarta que los "piratas" estén trabajando para el Gremio, de modo que se lanza a la caza de ellos lanzando amenazas veladas de lo que implica enfrentarse a una nación puntera como lo es Abyssinia. Thrace replica que el Gremio está lejos de estar tan unificado como puede parecer por fuera y que no todas sus ramas optan por una aproximación tan violenta para resolver sus problemas, pero está claro que sus palabras caen en saco roto. Para alcanzarlos, Kassa ordena a la tripulación que activen una modificación del barco que hace desprenderse de la mitad del blindaje para ganar velocidad, una táctica arriesgada, si bien el Shererit cuenta con mayor alcance y potencia de fuego.

El sol casi se ha puesto y una tormenta se divisa en el horizonte cuando el Shererit abre fuego contra las naves saqueadores, partiendo el casco de la primera en dos. Las otras dos, viendo que no es posible huir, deciden dar la vuelta y atacar al destructor de Kassa cada uno por un lado. Saben que en esta batalla no habrán prisioneros. Uno de los barcos pirata recibe un impacto en el puente y se incendia, pero a pesar de esto, se lanza a embestir el Shererit y tratar de abordarlo, mientras el otro rodea la nave de Kassa para seguir disparándole por el otro costado. El destructor de Kassa y el barco en llamas chocan de lateral con un espantoso chirrido y lanzan todo lo que tienen el uno contra el otro. El combate a corta distancia entre los barcos es absolutamente brutal, con ametralladoras disparando a quemarropa entre ambos puentes al tiempo que los piratas abordan el destructor, dando inicio a un combate mano a mano. Thrace no pierde el tiempo y salta sobre la cubierta hacha en mano para trocear a quien se le ponga en su camino. Kassa está impresionada por la manera en que Thrace despedaza a los piratas sin miramientos, sin descartar que estos hayan estado trabajando para el Gremio. Después de la pasada que ha hecho el barco pirata, este es hundido por las armas auxiliares del Shererit y los que han abordado al destructor mueren a manos de la tripulación abyssinia. Solo queda un barco enemigo, todavía rodeando al Shererit y acosándolo con cañones ligeros. De pronto, el barco de Kassa se detiene en seco, con un nuevo enemigo asaltando desde estribor.

La noche ya ha caído, y con ella, monstruos anfibios emergen del mar aferrándose al casco del Shererit para devorar a su tripulación. Los marineros abyssinios están bien armados y equipados para enfrentarlos a pesar de las desventaja numérica, matando a las criaturas a golpe de sable y con las ametralladoras que tienen a mano. Por su parte, el barco pirata que quedaba deja de disparar, al contemplar la escena, justo cuando estaba a tan corta distancia que podría abordar el destructor. En el momento en el que se disponen a huir, Thrace salta sobre la cubierta del barco pirata, aparentemente, dispuesta a huir de la escena haciéndose cargo del barco y dejando a Kassa atrás para morir en su destructor. Kassa está en un combate que no puede ganar, con más y más criaturas ascendiendo por el casco del destructor y aniquilando a sus hombres. Para sacar partido de la potencia de fuego del barco, corta una de las ametralladoras pesadas que están ancladas al casco mientras la rodean los gritos de agonía de una tripulación que está siendo masacrada, arriesgándose a que en cualquier momento una criatura caiga sobre su espalda. Cuando logra hacerse con el arma, sale a cubierta, aniquilando a las abominaciones batracias con descargas mortales de su ametralladora, logrando con ello salvar la vida de los tripulantes que quedan. Por un momento parece que han sobrevivido, hasta que una aberración marina inmensa sale a la superficie rasgando el metal del casco como si fuera papel con gigantescas garras. La criatura está dispuesta a llevarse el destructor al fondo del mar arrastrándolo si hace falta. Kassa recarga el arma a la desesperada sobre una cubierta cada vez más inclinada, dejando llover sobre la cabeza del monstruo una salva de balas que lo obliga a cubrirse con la palma de la mano. El titán marino se estira para tratar de alcanzar a su agresora, solo para ser embestido por el costado por algo que no ha visto venir: Thrace, al timón del barco pirata que abordó, ha intentado empalar al titán con la proa. Con el gigante marino herido, Kassa puede ver que toda su tripulación ha saltado a la nave que Thrace se ha agenciado mientras ella distraía al engendro marino, y que su destructor se hunde bajo las aguas. 
 
Kassa termina su testimonio destacando la acción de Thrace al abordar ella sola un buque enemigo, eliminar a los piratas, y luego volver a rescatar a los abyssinios cuando fácilmente podría haber huido para salvar el pellejo. La acusación intenta retorcer el relato de Kassa, exponiendo sus dudas sobre cómo pudo ella acabar con todos los piratas a solas e incidiendo en que los piratas bien podrían ser mercenarios bajo nómina del Gremio. Kassa desecha estas afirmaciones, para ella solo están los hechos: Thrace atacó un barco a solas, se deshizo de sus ocupantes y luego rescató a tripulantes de un barco lleno de gente que sospechaba de ella. La acusación no disimula que este es un juicio político contra el Gremio.

Segundo testimonio: Capitán Samantha Thrace


Tras el encuentro con las Hordas Gorgojeantes en Abyssinia, Thrace fue transferida a Londres, donde la lucha se mantiene en los túneles y alcantarillas de la ciudad. El ejército de Su Majestad recuperó la superficie y las principales líneas subterráneas, donde la superioridad numérica de las Hordas Gorgojeantes no sirve de nada en un espacio cerrado en el que es imposible esquivar salvas de fusilería. Esto no quiere decir que la lucha sea un paseo, las Hordas han aprendido a excavar, plantando nidos en niveles inferiores a las construcciones que ya habían. Algunos de estos nidos son imposibles de alcanzar por estar bajo el nivel del agua, por lo que los combates se han convertido en un juego de localizar, destruir, señalizar y trampear lo lugares por los que puedan salir monstruos. Thrace comienza su testimonio estando en un puesto de mando inglés en calidad de supervisora después de los acontecimientos en Abyssinia, esta vez tomando un papel más directo en los combates. La propia Thrace va a ir con una escuadra del Gremio en una misión de reconocimiento, acompañando a un pelotón de las llamadas Ratas de Túnel, un cuerpo de soldados sacados de prisiones militares inglesas que se llevan la peor parte del combate a cambio de un perdón oficial. Este pelotón lo va a llevar el Brigada Price, muy a disgusto de trabajar con el Gremio. En pleno puesto de mando, Price acusa al Gremio de ser los culpables de haber arrojado sobre ellos a las Hordas Gorgojeantes. Thrace se toma estas acusaciones con filosofía. Para ella, sería mejor que hubiera una plan detrás del ataque, una mente maestra que planificó la aparición del Hombre Ardiente. Al fin y al cabo, según ella, uno puede acabar anticipándose a un enemigo que piensa de forma racional. Si, por el contrario, esto ha sido un fenómeno producto de un caos que no pueden prevenir, la situación es muchísimo mas grave.

La misión es una muestra del día a día de las Ratas de Túnel combatiendo en condiciones de absoluta oscuridad por túneles estrechos. El pelotón avanza con escudos que hacen de pantalla y escopetas recortadas al frente, al tiempo que fusileros y porta linternas van por detrás. Price le dice a Thrace que las Hordas pueden detectarles antes, pero no hay manera de que les ataquen desde el frente con toda la potencia de fuego que tienen. Durante el recorrido escuchan un grupo de aberraciones más adelante. Price lanza una bengala para cegarlos y en cuestión de segundos, todos los monstruos no son mas que amasijos de carne acribillada. La patrulla continúa hasta que se encuentran con un agujero en el suelo demasiado pequeño para una persona que seguramente lleve a un nido. Para no avanzar arriesgándose a un ataque por la retaguardia, Price decide continuar dejando a la escuadra de Thrace apuntando a ese agujero para cubrir su avance. Ambos grupos se separan y durante un rato no ocurre nada. Minutos después, Thrace escucha sonidos detrás de las paredes que los rodean. Está apunto de dar la orden de reunirse con los soldados de Price, cuando de los muros emergen dos Karkinois que rompen la linterna de Thrace y masacran a los soldados del Gremio. Thrace y los suyos tratan de defenderse disparando a oscuras contra las siluetas que dibujan los fogonazos y Thrace logra acabar con uno de ellos de un hachazo, para luego rematarlo a balazos. Pasan unos segundos de silencio. Al sacar una bengala, contempla que los cinco soldados que la acompañaban ahora están esparcidos por el túnel junto al Karkinoi, y que un reguero de sangre va por el túnel por el que se marcharon las Ratas de Túnel. Temiéndose lo peor, coge una de las linternas y corre para interceptar al pelotón de Price antes de que sean atacados por la espalda por el Karkonoi restante.

Llega demasiado tarde. Las Hordas atacaron a las Ratas de Túnel por dos direcciones a la vez. Incluso con esa desventaja, las Ratas fueron capaces de llevarse por delante al Karkinoi y a un número nada desdeñable de engendros. Entre los cuerpos mutilados de las Ratas de Túnel falta uno: el de Price.

De un recodo le llega un murmullo, posiblemente un herido Brigada Price. Thrace sigue el sonido hasta que este se transforma en un coro ronco, luego en un cántico que sale de varias gargantas que es capaz de entender. A través de una abertura se topa con un sótano construido justo al lado de los túneles en los que un grupo de personas están adorando un altar sobre el que se asienta un ídolo horrendo, a la luz de las velas. Los adoradores son despojos humanos que parecen no haber comido nada en días, de cuyos cuerpos salen protrusiones como venas negras. Muy lentamente van dándose cuenta de la presencia de Thrace sin detener por un momento el cántico que entonan y una forma horrible emerge de las sombras, un ser semi transparente y bulboso sostenido sobre tentáculos temblorosos, similar a una medusa. A Thrace no le lleva mucho tiempo adivinar que esa cosa es la responsable de lo que le ha sucedido a estas personas. Acaba con ella de un tajo de hacha, provocando que los adoradores caigan al suelo entre espasmos. Su cántico ahora se ha sustituido por un único deseo que susurran a la Capitán: mátanos. Tras poner fin a sus sufrimiento, Thrace agarra el ídolo para que sea inspeccionado por sus superiores. Es una estatuilla con forma de mujer que porta una armadura de escamas, cuya mitad parece retorcida. La mitad de su cara sonría y la otra tiene una mueca, la mitad de su armadura es prístina y la otra es harapienta, así con todos sus rasgos. La deidad a la que estaban adorando estos pobres desgraciados tiene un nombre: la Tirano Meridión.

De camino saliendo del túnel, Thrace es atacada por Price, que está dispuesto a matarla por lo que supuestamente ella y los suyos le han hecho a Londres. Con la linterna rota, Price se toma su tiempo burlándose de Thrace en un discurso que no hace mas que perder el tiempo. La Capitán no tiene tiempo para tonterías cuando es perfectamente posible que más bestias de las Hordas estén por llegar, así que a la primer oportunidad enciende una bengala casi en la cara de Price cegándolo y luego lo noquea a golpes. Y sin embargo, a pesar de que él la ha atacado primero, ella decide cargarlo sobre sus hombres y llevárselo de allí.

De vuelta en el juicio, Thrace no tiene ningún problema en reconocer que salvó a Price porque era un hombre hábil combatiendo a las Hordas y que en otras circunstancias habría acabado con su vida. En la situación actual, con la humanidad enfrentándose a monstruos, no merecía la pena matarlo por actuar según lo que él creía correcto. Al preguntar por qué él no está prestando declaración, nos enteramos de que Price murió haciendo volar unos túneles sobre las Hordas salvando cientos de vidas. La acusación intenta desestimar el testimonio por toda la parte del ídolo, sin mucho éxito. Thrace, luego de esto, llama su siguiente testigo, uno que por lo visto nadie ha visto entrar en la sala: Margaret Belle. Los magistrados se quedan pálidos ante la mención de la que es la mejor espía de todo el Imperio, que sube al estrado a relatar su testimonio, especificando que será solo aquello que no esté clasificado.

Tercer testimonio: Agente Margaret Belle


El primer encuentro entre Thrace y Belle fue en una cafetería de Londres. Después de intentar dar con una solución al enigma del ídolo, Thrace se dio de bruces con que nadie en el Gremio tenia ni idea de su procedencia. Su segundo recurso fue la Oficina del Servicio Secreto inglés en un intento de sacar alguna respuesta a lo que la Capitán había visto en aquel sótano. Por aquel entonces, las Hordas Gorgojeantes aún se tenían por un amasijo de seres descerebrados, pero que la ciudad de Londres fuera infestada por ellos el mismo día en el que los fanáticos de la Iglesia del Hombre Ardiente eran transformados, junto con la presencia de un culto humano en territorio de las Hordas, bien podía indicar que ambas entidades, las Hordas Gorgojeantes y el Culto del Hombre Ardiente, estaban coordinados entre ellos de alguna manera. Margaret Belle es la agente que envían los del Servicio Secreto, una espía de altísimo nivel que ya se sabe casi toda la historia de Thrace antes de encontrarse. Incluso le revela que sabe que el verdadero cometido de Thrace bajo esa fachada de diplomática es el de analista táctica. En otras palabras, Thrace es otra espía, a su manera.

Tras intercambiar con Belle sus sospechas acerca de la relación entre las Hordas y el Culto, Margaret la lleva en coche al distrito londinense de East End, donde por cierto, ella creció. Buena parte de los cultistas de antes de la Batalla de Londres vivían en esa zona, cuyos familiares ahora se encuentran bajo investigación gubernamental. Esa parte de la ciudad permaneció relativamente a salvo de las aguas, pero la cantidad de muertos ha hecho que mucha gente humilde se traslade a pisos abandonados, complicando mucho la tarea de llevar a cabo un censo. El lugar al que Margaret se dirige es el piso de uno de estos cultistas para "hacerle unas preguntas", llamado Carlton. El padre del cultista, un viejo de aspecto frágil, trata de impedir que entren en su casa, pero ellas hacen caso omiso.

La escena que se encuentran en la habitación del chaval es una estampa de horror. La estancia está cubierta por símbolos arcanos dibujados con la sangre de tres adoradores que han abierto un portal en el centro de la sala. Los tres fanáticos sonríen de oreja a oreja y atacan a Margaret y Thrace. La Capitán noquea a Carlton y entre las dos se deshacen con facilidad de los otros adoradores. Como detalle, me gusta que Thrace se limite a disparar en la cabeza de uno de ellos mientras se transforma, en lugar de esperar como una boba a que termine de hacerse más fuerte.

El portal no ha terminado de abrirse. Permite ver lo que hay al otro lado, pero es imposible de cruzar, como una ventana cerrada. Lo que se ve es una enorme sala llena de seres encadenados, cosas que antes fueron humanas y ahora solo son retazos de humanidad y locura contaminados por el Hombre Ardiente. Entonces escuchan una voz detrás de ellas, la del padre de Carlton, que también era miembro del Culto. El hombre les dice que tanto ellas como él tienen un enemigo común, las Hordas Gorgojeantes. Así pues, aunque tanto las transformaciones de los adoradores del Hombre Ardiente como la aparición de las Hordas ocurriesen el mismo día, esto no se debió a ningún plan. Simplemente, ambos grupos  aprovecharon la misma oportunidad brindada por el Hombre Ardiente cuando rasgó el tejido de la realidad en Londres. Sus palabras eliminan la idea de una alianza entre ambos grupos, confirmando además, por otro lado, que sí existe un poder detrás de las Hordas Gorgojeantes, uno que, según el cultista, espera ser capaz de dominar la Tierra. Recordando el ídolo de los túneles, el nombre de Meridion cobra un sentido totalmente nuevo para Thrace. El cultista les ofrece unirse a él, no como parte de una alianza, sino como parte de su secta, para que adoren al Hombre Ardiente como medio de salvar la humanidad. Contemplando las abominaciones en las que se convierten sus fieles, Margaret considera que ya ha oído bastante y asesina al cultista.

Entre las dos cierran el portal dándole de machetazos a una criatura que intenta pasar. Sobre la única pieza de mobiliario de la habitación se encuentra una copia del libro escrito por Ephraim Wade, Contiones de Rege Flammae. Margaret aconseja no leerlo, consciente de que el Grupo de Operaciones Especiales se declaró renegado después de echarle un vistazo. Thrace, por su parte, opina que debe haber alguna respuesta en el libro, algo que las ayude a anticiparse a los movimientos de las Hordas o el Culto y pide a Margaret que sea decodificado por alguien de dentro de la Oficina de Servicios Secretos.

Al final de su testimonio, Margaret revela que el libro per se es inofensivo si uno no cree en sus palabras, hasta que quien lo ha leído es expuesto al Hombre Ardiente, lo que provoca las mutaciones y la locura. Este relato es clave para entender el último testimonio, en el que por fin llegamos al suceso por el que se juzga a la Capitán Thrace: una batalla en Stonehenge, a la que Thrace y Margaret llevaron una compañía entera de fuerzas inglesas. Además de varios informes que comunicaban avistamientos de las Hordas Gorgojeantes en la zona, la Capitán Thrace había estado soñando con Stonehenge. Algo se cernía sobre el túmulo milenario. La Capitán ocupa el estrado una segunda vez para dar su último testimonio.

Cuarto testimonio: Capitán Samantha Thrace


Este último testimonio va al grano. Al mando de una columna de cien soldados con casi todo lo que tiene que ofrecer el Imperio Inglés, Margaret y Thrace se dirigen a Stonehenge. Las noticias que les han llegado son siniestras: desapariciones, ganado masacrado y avistamientos. Uno de los Dragones ingleses que había avanzado a explorar alcanza la vanguardia de la columna para informar a Margaret de que Stonehenge ha sido tomado por las Hordas, más de trescientas criaturas dominan la colina sobre la que se asienta el antiguo túmulo. Sobre ellas, el cielo está formando un patrón extraño, como un tornado que no gira sino que absorbe las nubes. Se avecina un portal.

Cuando la compañía llega a las faldas de Stonehenge apenas tienen tiempo para organizar una línea de batalla antes de que la primera oleada de bestias descienda sobre ellos. Los soldados del Imperio están sobrados de armas y convierten la ladera en un cenagal de tripas y despojos en muy poco tiempo. Fusileros, granaderos, ametralladoras Gatling del Gremio y Dragones a los flancos acribillan sin compasión a las Hordas. Solo unos pocos bichos y un Karkinoi cruzan la zona de muerte de las armas inglesas infligiendo algunas bajas. Esto no es una victoria contra las Hordas, todavía. De momento solo estaban poniendo a prueba la fuerza del enemigo.

Una lluvia torrencial cae sobre el campo de batalla. En la siguiente oleada las Hordas se arrojan con todo lo que tienen, con sus miembros más débiles al frente para absorber la peor parte del fuego de fusiles y granadas. Tanto Margaret como Thrace se unen a la refriega en un mano a mano junto a una unidad de Fronterizos de Gales que aplastan a los monstruos haciendo uso de arneses de combate a vapor. Ya hemos visto a Thrace combatiendo con su hacha, pero Margaret no se queda atrás. La agente inglesa es capaz de teleportarse a cortas distancias sin ningún esfuerzo, atacando ahí donde las Hordas no se lo esperan. Luchar contra ella es como pelear contra un fantasma. Cuando la segunda oleada ha sido aniquilada, el recuento de bajas de los ingleses asciende a casi la mitad de la compañía. A pesar de su potencia de fuego, los están desgastando poco a poco.

Lo peor aún está por llegar. Un portal se abre en lo alto de la colina, derramando agua de los mares de Malifaux y sus habitantes, entre ellos un Reptante Alfa, un titán de las Hordas Gorgojeantes. Las fuerzas inglesas que quedan no pueden hacer mucho contra la que se les viene encima, pero retirarse implicaría dejar pasar a muchos más monstruosidades a la Tierra. Tampoco tienen nada que pueda cerrar el portal, ningún conjuro ni aparato de alta tecnología para lidiar con esta situación...salvo un recurso. Thrace ha leído el libro del Culto del Hombre Ardiente en su versión original. Los sueños que tenia de Stonehenge son producto de su lectura, un presentimiento producto de haber permitido que la influencia del Hombre Ardiente perfore su mente. Otro efecto secundario, más beneficioso, es que tal vez pueda cerrar el portal usando la misma magia que sus adoradores, solo que a la inversa. 

Margaret aferra a Thrace del brazo y hace una teleportación a larga distancia mas allá de la retaguardia de las Hordas, hasta las columnas de piedra en la cima de la colina, quedando agotada por el esfuerzo de usar su poder de esa manera. Las fuerzas inglesas que quedan están dándoles tiempo a expensas de sus vidas, permitiendo a Thrace dibujar sobre los pilares símbolos que nunca ha visto, usando su propia sangre, musitando un conjuro que jamás ha oído. Todo lo que hace es producto de los efectos de la influencia del Hombre Ardiente. El portal se contrae y se quiebra, volviéndose más inestable por momentos. Con un trueno final, la afluencia de monstruos se corta en seco. Para los soldados que quedan, sin embargo, ya es demasiado tarde. La única manera para que ellas dos puedan sobrevivir es que lo que queda de la compañía distraiga a las Hordas para permitirles la retirada, muriendo hasta el último de los soldados.

La acusación está consternada por el relato de la Capitán Thrace. El sacrificio de la compañía, a pesar de que haya valido para impedir una invasión de las Hordas Gorgojeantes, es injustificable para ellos, un crimen por el que esperan que se la condene. Ella se defiende aludiendo no solo a la extrema necesidad de la situación, sino que recuerda a todos los presentes la horrible realidad del mando en la guerra que libran, la de mandar a hombres y mujeres a sufrir una muerte horrible en el campo de batalla para que un grupo de civiles, un convoy de recursos o información vital lleguen a su destino, los precios a pagar por cada victoria a largo plazo. Esto enlaza con el relato de Las Legiones de Zereghi, en la que se nos hablaba de que una batalla ganada siempre es un intercambio que exige un sacrificio en vidas humanas. Este juicio no es más que una pequeña lucha política entre el Imperio Inglés y el Gremio, algo que tendría sentido si no se estuviesen enfrentando a enemigos sobrenaturales que jamás aceptarán una rendición. 

Al final, Samantha Thrace es declarada "no culpable". Margaret le da la enhorabuena a la salida del campamento militar en el que ha tenido lugar el juicio. En un futuro, dice, podrán seguir trabajando juntas, siempre y cuando sus acciones no la conviertan en un enemigo del Imperio Inglés.



domingo, 17 de octubre de 2021

The Other Side. Reglamento. Tercera parte.

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The Other Side. Reglamento

Segunda Parte. Las facciones de Malifaux.


Lo primero que hay que entender de las facciones compuestas por los monstruos de otra dimensión es que no tienen una larga historia detrás de ellas. Aunque las criaturas que engrosan sus filas y los poderes que manipulan son antiguos, las facciones más grandes existen en esta guerra por la acción del Hombre Ardiente, mientras que la más pequeña, la denominada Corte de Dos, está conformada por seres provenientes de Malifaux que llevan mucho tiempo en nuestro mundo, aunque solo ahora han empezado a actuar con mayor agresividad. En esta entrada nos encontraremos con que la información que se nos da, trata de explorar la naturaleza de estas facciones antes que su pasado, además de ofrecer sus respectivos relatos, aunque yo, como de costumbre, he preferido centrarme en su Historia.


Por un lado tenemos el Culto del Hombre Ardiente, un amalgama de humanos enloquecidos y mutantes que han caído presa de su influencia y lo adoran como a un dios, además de las aberraciones que son capaces de invocar. Recordando que el Hombre Ardiente como tal es una entidad de la que ni siquiera podemos decir si es consciente o no de lo que pasa a su alrededor, este Culto es más un fenómeno espontáneo que una gran estructura organizada, no por ello menos destructivo. Luego están las Hordas Gorgojeantes, habitantes de los mares inexplorados de Malifaux, que han llegado a la Tierra por accidente y rápidamente se han convertido en una plaga para la humanidad, también por culpa de los portales abiertos por el Hombre Ardiente. Pero la facción más insidiosa y organizada es también la menos representada, un pequeño grupo de Neverborns que llevan conspirando durante algún tiempo en la Tierra, para dominarla poco a poco desde las sombras. Ahora, con la magia desatada sobre este mundo, van a poder llevar a cabo planes mucho más ambiciosos: la Corte de Dos.

El Culto del Hombre Ardiente

Escrito por N.A. Wolf

El Culto del Hombre Ardiente no nació cuando Londres fue arrasada, al contrario, ya existían creyentes antes de la aparición en los cielos de esta entidad. ¿Pero cómo es esto posible? Bueno, primero que nada habría que mencionar de nuevo el origen del Hombre Ardiente. Este ser no es un dios antiguo ni un monarca de otra dimensión, es el producto de un experimento fallido. En 1902, el Gobernador General del Gremio en Malifaux, Herbert Kitchener, fue afectado por el Evento (un pulso mágico que recorrió todo Malifaux), revelando que poseía un poder mágico propio. Desde ese momento empezó a conspirar con algunos allegados para tratar de convertirse en una criatura de gran poder, un ente semi divino que en Malifaux se conoce como Tirano. Se haría llamar Mandato, y con su nueva forma, podría dominar el nuevo mundo. En mayo de1906, tras muchos preparativos, llevó a cabo la parte final del ritual sin saber que una facción rival al Gremio había saboteado los componentes necesarios, para que canalizasen más energía mágica de la que Kitchener era capaz de absorber. El cuerpo del Gobernador se convirtió en un vórtice arcano que atrajo sobre sí el espíritu de otra criatura de enorme poder, el Tirano de nombre Cherufe, después de que este hubiera pasado años encerrado en el cuerpo de una Cazadora de Brujas llamada Sonnia Criid. De la fusión de Cherufe y el pozo mágico en el que se había transformado el Gobernador General, nació el Hombre Ardiente, dejando una marca en el cosmos que viajó en el espacio y en el tiempo, apareciéndose en la Tierra por primera vez en abril de ese mismo año, en San Francisco, así como en sueños de personas alrededor del mundo años antes de su nacimiento.


Que el Hombre Ardiente apareciera por primera vez retrocediendo en el tiempo en esa fecha en concreto no es casualidad; en Malifaux, durante el mes de abril, el Gobernador General había llevado a cabo una parte importante de su ritual en el pueblo de Sunbeam; dicho ritual tuvo un "eco" en la Tierra, de tal manera que hizo de ancla al Hombre Ardiente para que se manifestase en aquel momento. En cuanto a las visiones que recibieron algunas personas de la Tierra sobre lo que estaba por venir, las fechas seguramente coincidirían con el momento en el que el Evento sacudió al Gobernador General en 1902. La persona que se vio más afectada por estas visiones fue un aristócrata llamado Ephraim Wade.

Que ya hubiesen señales de su advenimiento es un indicativo de que su nacimiento ya estaba escrito como un futuro posible años atrás. Es cuanto menos sorprendente que ninguno de los grandes videntes de Malifaux como Eurípides o Zoraida no vieran venir el desastre que venia anunciándose. ¿Habría sido posible impedir su creación? Según las reglas del viaje en el tiempo de Malifaux, sí, lo cual hace que su llegada sea todavía más trágica.

El nacimiento de la Iglesia del Hombre Ardiente comienza con las visiones de Ephraim Wade, quien enloquece sin remedio. Recluido en su casa y viviendo de la comida que sus sirvientes le pasan bajo la puerta sin atreverse a verle, estudia sus visiones hasta que asume que es el profeta de un nuevo dios, uno que traerá el fin del mundo purgando la Tierra en un fuego purificador del que solo los creyentes se salvarán. Su primer discurso en la iglesia de St. Mary-le-Bow termina con él siendo detenido por escándalo público, sin embargo, logra despertar la curiosidad en muchos de los asistentes. Después de ganar cierta notoriedad, recorre Inglaterra pregonando su mensaje apocalíptico y escribe Contiones de Rege Flamae, recogiendo sus visiones del Hombre Ardiente e imbuyendo el texto con magia propia. El culto crece poco a poco, cosa que las autoridades inglesas no pueden detener por falta de pruebas de delitos criminales. Muchas son las redadas que se hacen contra las reuniones del culto, pero en ninguna ocasión encuentran que se haya cometido crimen alguno, además de que los cultistas siempre reciben a las autoridades con los brazos abiertos. Esto es, hasta la noche de Fin de Año de 1902 en la que Wade y más de tres mil seguidores acudieron en procesión a Londres para anunciar que este no era un día de celebración sino de arrepentimiento, pues el fin del mundo estaba cerca. Llena de fervor religioso, la multitud provocó disturbios en la ciudad que se saldaron con cientos de muertos. La policía se movilizó para detener a Wade y su círculo interior, sentenciándolo a cadena perpetua. Sin embargo, Ephraim Wade fue destinado a una celda donde sería interrogado por el Grupo de Operaciones Especiales de la Oficina de Casos Extraordinarios. Durante los años que transcurren hasta la llegada del Hombre Ardiente, sus interrogatorios envenenan la mente de los miembros de la agencia hasta que, con la aparición de su dios sobre los cielos de Londres, los agentes de Operaciones Especiales contemplan la transformación de Wade en la criatura que es a día de hoy: Adeodatos. Inmediatamente lo liberan, aliándose con el culto. 

El nacimiento del Hombre Ardiente no solo ha afectado a Londres y San Francisco. Allá donde va, grupos sectarios y mutaciones emergen sin control. El Culto del Hombre Ardiente no se limita a los seguidores de Inglaterra, sino que abarca un conjunto de sectas que han aparecido de la nada por la pura presencia del Hombre Ardiente con distintos nombres pero un mismo dios al que adorar. En San Francisco nacieron los Remanentes del Cuarto Sol, creyendo que el Hombre Ardiente era el dios del sol azteca Huitzilopochtli. En Egipto, los Seguidores de Ra trataron de aprovechar la pirámide de Gizeh como punto focal de un ritual que abriría un portal que arrasaría toda la región, cosa que impidió el Gremio teniendo que dinamitar la pirámide por completo. Sin importar el lugar, los efectos de la presencia del Hombre Ardiente siempre son los mismos, provocando adoración y mutación, además de los portales que escupen monstruos al azar. Algunos de los creyentes afectados son capaces de manipular magia como si fuera un talento natural, abriendo portales de un lugar a otro de la Tierra para extender la palabra de su dios rápidamente mientras que otros son gustosamente convertidos en aberraciones retorcidas, inconscientes de su nueva forma. Hasta la fecha, nadie que haya sido dominado por el Hombre Ardiente ha vuelto a la normalidad. 

Todo esto nada le importa al Hombre Ardiente. En este texto tenemos confirmación de que él no tiene ningún control sobre los poderes que posee, los lugares en los que se manifiesta o la gente a la que  afecta. A todos los efectos, es una fuerza antinatural descontrolada que habita el espacio entre dimensiones, manifestándose en la Tierra sin ningún tipo de consciencia de dónde está o de por qué está ahí, consumido del todo por la locura. El Culto no está adorando a una criatura indiferente a ellos, mas bien a algo que ni tan siquiera sabe que existen, es un caos sordo, ciego y mudo que sufre espasmos, que no es dueño ni de su propio cuerpo, que es meramente arrastrado de un lado a otro por oleadas de magia y de cuando en cuando, es escupido sobre la Tierra durante un tiempo en que causa una total devastación antes de desaparecer.

Relato: Linterna Ardiente.


Muchas son las formas en las que la ficción nos hace pensar que una persona puede terminar deforme, malograda y demente como los adoradores del Hombre Ardiente. La exposición a energías anómalas, el embrujo de un tesoro prohibido, o la posesión demoníaca, son solo algunos ejemplos, pero existe una forma de caer en estas oscuras creencias mucho más insidiosa y sutil: la desesperación de alguien que siente que lo ha perdido todo. Esta es la historia de Femton Brahms, un oficial del ejército del Imperio Inglés cuya vida llega a una encrucijada en la que no le queda nada por lo que vivir. Ni honor, ni orgullo, ni nadie que le espere en su hogar. Es en estos momentos de duelo que la promesa de la redención es verdaderamente seductora, tanto como para arrastrar a un hombre al abismo más oscuro.

Su historia da comienzo en Afganistán, donde el Imperio Inglés y Rusia mantienen un conflicto colonial. Desde los ojos del Doctor Willem Bryant, jefe provisional del Octavo Regimiento de Fusileros, vemos el conflicto en Afganistán como un desastre que está devorando la moral de los soldados ingleses a un ritmo alarmante, con todas las ilusiones patrióticas por los suelos y la congoja de sentirse engañados para luchar en un aguerra ridícula. También descubrimos que es bastante posible que el Zar ruso no sea un simple humano. Por los rumores que corren de un lado para otro, en Rusia se practica una magia que en el resto del mundo está vetada, cosa que el Zar, que por lo visto es inmortal, está aprovechando en esta guerra para erosionar poco a poco las fuerzas inglesas. Una noche, el Doctor recibe las llamadas de auxilio del Capitán Tybalt para ayudar a un soldado que acaban de encontrar de patrulla, un pobre diablo que ha muerto después de una larga tortura. Con el cuerpo lleno de heridas y un ojo menos, el soldado parece estar más allá de toda ayuda, hasta que de pronto grita de dolor, aferrándose a la vida con sus últimas fuerzas.

Días después, este soldado recupera la consciencia. Su nombre es Femton Brahms, un oficial del Sexto Regimiento de Fusileros. No recuerda cómo fue capturado o qué le hicieron, ya fueran los rusos o los afganos nativos, o incluso si llegó a revelar algo a sus torturadores. El Capitán Tybalt se muestra muy nervioso con Brahms, disgustado por la posibilidad de que haya contado al enemigo dónde están sus posiciones, dejando a todos vulnerables ante un ataque. Solo el Doctor Willem se interpone y calma a Brahms, que no puede soportar la vergüenza. En los días que siguen a su recuperación, Femton trata de ayudar como puede, en cualquier tarea que le es posible, a sus nuevos compañeros de armas, tratando que la pena no se lo coma vivo. Ante los demás se ve a sí mismo como un miserable que se dejó capturar, que quizá fue utilizado en algún ritual de los rusos, o que abandonó al resto de su patrulla durante un combate solo para ser emboscado más tarde. Sin nadie que le espere en casa y sin honor al que aspirar por no ser más que un tuerto inútil, cae en la depresión. Con el paso del tiempo el Capitán Tybal termina por acercarse a él para disculparse y ofrecerle algo que le ayudó tiempo atrás, en un momento de duda y pena muy similar a la que Brahms padece ahora mismo: la religión. Pero no una religión cualquiera. Tybalt tiene a mano una copia del libro de Ephraim Wade y mantiene sus creencias en secreto, sin olvidarse de que Wade y sus seguidores tienen mala fama por la masacre de Año Nuevo de 1902. Al principio Brahms detesta la mera idea de tocar el libro al recordar este evento, pero Tybalt insiste en contarle los principios de la fe en el Hombre Ardiente. 

Todo el discurso que Tybalt hace sobre el proceso de sanación espiritual que le aportó la fe en el Hombre Ardiente está excelentemente escrito y hace maravillas por comprender la situación de Femton. En su diálogo, Tybalt no parece un energúmeno que diga que su dios va a traer el caos y la destrucción, y que todos deberían seguirle o morir. En su lugar habla de cómo algunas partes del libro son sencillamente metáforas que en última instancia tratan de ayudar a las personas a sacar lo mejor de sí mismos. Una capa por debajo de el proselitismo que está haciendo, se encuentra el siniestro subtexto de la fe del Hombre Ardiente, lo cual encaja como una pieza perfecta al leiv motif de Malifaux: el Destino, y cómo nos relacionamos con él. Como ya he comentado algunas veces, el Destino es una fuerza viva en este trasfondo y sus vaivenes manipulan la vida de todos los seres que viven en él. Eso no quiere decir que sea un poder incontestable, pero una parte de nosotros mismos y de nuestro libre albedrio se vería afectada al saber que hay fuerzas mas allá de nuestro control tratando de manipular nuestras acciones y que no podemos hacer casi nada por impedirlo. Quizá haya salido por pura potra, pero la Iglesia del Hombre Ardiente es un culto nihilista y apocalíptico, así que en cierto modo, se puede interpretar como la respuesta más violenta posible a la pregunta "si nada de lo que hagamos importa ni tiene significado porque todo está escrito para nosotros ¿Qué mas da si nos convertimos en monstruos?". A esta renuncia sobre cualquier valor ético o moral, el culto lo llama liberación, otorgada por un ente más fuerte que cualquier otro poder en la Tierra. En este caso, la culpa que carcome a Femton es la puerta de entrada para unirse a la Iglesia del Hombre Ardiente como un remedio para purgar sus pecados. Después de darle su libro, Tybalt vuelve a su tienda en el campamento narrando para sí mismo sus últimos pensamientos. Resulta que fue él y su escuadra quienes emboscaron a Femton, lo torturaron y lo trajeron al campamento para asustar a los mandos y convencer al resto de soldados de que esta guerra era una idiotez, provocando así una deserción en masa. Después de ver que Femton aún vivía, está convencido de que el Hombre Ardiente ha elegido a Brahms para un propósito mayor y, habiendo cumplido con su deber de iluminar a Femton para unirse a su culto, se pega un tiro en la boca.

Dos años después, Femton se ha convertido en un hombre revigorizado por su fanática creencia en la palabra que Ephraim Wade escribió y en las visiones del Hombre Ardiente. De algún modo pudo volver a combatir y ascendió hasta convertirse en el comandante del Octavo Regimiento, que ahora está asaltando un tempo en el Tíbet, pues los rusos y los tibetanos son aliados. Tras una devastadora ofensiva en la que la artillería inglesa ha arrasado con los tibetanos del templo, Femton tiene una reunión para negociar la rendición de los monjes con su líder, un anciano llamado Dorje. En esta reunión y en lo que sucede a continuación, la criatura en la que Femton se ha convertido gracias a su nueva religión sale a relucir de la forma más cruel. Durante la negociación, asesina a sangre fría al intérprete y culpa a Dorje y los tibetanos de intentar matarle, manipulando a las fuerzas inglesas para que arrasen con el resto de los tibetanos mientras él se retira a una cueva oculta en la pared de la montaña, a los pies del templo. No ha llevado hasta allí a su Regimiento porque se lo haya mandado un General inglés, lo ha hecho porque ahí le han conducido las visiones del Hombre Ardiente. Cuando entra en la cueva, encuentra exactamente lo que buscaba: un fulgor hermoso que lo envuelve, ofreciéndole visiones de lo que está por venir, del momento final de la llegada del Hombre Ardiente a la Tierra. 

Tras su visión, abandona a sus hombres para volver a Inglaterra cuanto antes. Un perplejo Doctor Willem habla con uno de los tibetanos que se han rendido sobre lo que acaba de suceder, preocupado por el cada vez más delirante Femton, especialmente ahora que se ha marchado. El prisionero le explica que Dorje no atacó al intérprete, y que Femton ha entrado en una cueva prohibida para ellos donde aguarda un mal que no es de este mundo. Según el prisionero, los propios monjes del templo bajaron a explorar qué es lo que había despertado en su interior pero todos ellos volvieron enloquecidos. El único motivo por el que se aliaron con los rusos fue porque el Zar les prometió una solución para el extraño fenómeno que aguardaba en la cueva. Al principio Willem cree que se refiere a que hay una Brecha que conduce a Malifaux bajo el templo, cosa que de por sí sería extremadamente peligrosa, pero descubrir que hay algo todavía peor lo aterroriza. Por desgracia para él, no tiene tiempo de avisar a nadie. Las fuerzas del Zar llegan al templo para rescatar a sus aliados tibetanos y el Regimiento inglés es exterminado por los soldados del Zar y las creaciones mágicas rusas. Para cuando esto ocurre, Femton esta ya muy lejos.  

Meses mas tarde, el Hombre Ardiente ha aparecido sobre Londres y la ofensiva por retomar la ciudad ya ha comenzado. Femton va en uno de los dirigibles, habiendo solicitado acompañar a las fuerzas de la ofensiva para retomar su capital, algo que, para el piloto de la nave es todo un honor, pues Femton es un reconocido héroe de guerra. A lo lejos, la visión del Hombre Ardiente lo lleva al éxtasis, quemando las últimas fibras de raciocinio que le quedaban. Le corta la garganta al piloto del dirigible y lo estrella en mitad de la ciudad a la espera de reunirse con el resto de feligreses que deben estar abajo. Por desgracia para Brahms, los primeros "feligreses" que se encuentra son Reptantes de las Hordas Gorgojeantes. Es hasta gracioso que, como no tiene ni idea de qué son estas criaturas, lo primero que hace es hablarles como si fuera un sacerdote que acaba de encontrar a su comunidad, creyendo que son parte de su misma iglesia. Este pensamiento se disipa cuando los monstruos le atacan sin pensárselo demasiado, pero incluso así les lanza varios gritos tratando de disuadirles de no herir a otro siervo del Hombre Ardiente. Por un momento, parece que va a morir devorado por los batracios y que todo el camino que ha hecho hasta ahora, todas sus oraciones y gestos hacia el Hombre Ardiente, no han servido para nada, hasta que un grupo de personas aparece de los callejones de la ciudad en su ayuda. A pesar de ser gente humilde se enfrentan a las Hordas con cualquier cosa que tienen a mano con una ferocidad antinatural, exhortando alabanzas al Hombre Ardiente. Femton no deja pasar la oportunidad de luchar junto a sus hermanos de fe, reconociendo ahora que las Hordas Gorgojeantes no son más que una plaga incapaz de comprender la majestuosidad de su dios, por lo tanto ha de ser erradicada. Terminada la refriega, algunos de los humanos que lo han ayudado comienzan a transformarse en Disformes, algo que para Femton solo puede ser un regalo divino. 

Finalmente, se aparece ante Femton el primer hombre que fue agraciado con las visiones del dios verdadero: Ephraim Wade, ahora convertido en el ángel del Hombre Ardiente: Adeodatos. Inmediatamente reconociendo a Femton Brahms como un hombre santo, le otorga su bendición para ser un líder entre los fieles y llevarlos a asaltar la residencia del Primer Ministro. Después, Adeodatos abre un portal y se marcha a esparcir la palabra del Hombre Ardiente en otro lugar de la Tierra. La guerra santa por purificar la Tierra ha comenzado, y Femton Brahms ha encontrado el propósito para el que nació.



Las Hordas Gorgojeantes 

Escrito por Tim Akers

El texto que nos introduce a las Hordas Gorgojeantes se centra más en qué son que en lo que fueron, aunque da algunas pistas que hacen muy fácil relacionarlos con la información de los Neverborn que nos ofrece From Nightmares. Dicho muy brevemente, las Hordas Gorgojeantes fueron aquellos fae marinos, aquellas sirenas, que durante la Guerras de los Tiranos sirvieron a uno de ellos, o mas bien, a una, Meridion, hasta que fue derrotada por Titania. Después de su destrucción, los ejércitos de Meridion contemplaron cómo sus ciudades fueron arrasadas hasta los cimientos y toda su cultura se perdió, viéndose obligados a subsistir en el fondo marino de Malifaux, donde no llega la luz del sol y la comida escasea. Como todos los Neverborn, las criaturas que actualmente forman las Hordas Gorgojeantes son el resultado de un extraño proceso evolutivo. que se ha alargado durante milenios y los ha visto ser reducidos de una raza civilizada a una plétora de especies, con poca más inteligencia que la de un animal salvaje. Para todos ellos, el pasado no es ni tan siquiera un recuerdo, con solo un puñado entre los millares capaces de recordar, en forma de mito, la gloria de antaño.


Esto no quiere decir que las Hordas en su conjunto no sean más que un puñado de monstruos sin organización alguna. Incluso en este estado deplorable, las Hordas Gorgojeantes han desarrollado una sociedad, por llamarla de alguna manera, en la que la ley de los fuertes sobre los débiles impera en cardúmenes que llaman Estanques, con cierta jerarquía entre las especies. De todos los tipos de criatura que conforman las Hordas, hay dos que destacan por su capacidad de liderazgo: las Sirenas, que son las únicas que han mantenido la capacidad de pensamiento abstracto y comunicación verbal compleja a lo largo de los milenios, además de conocimiento mágico, y los Frenesíes, que son la cúspide de la cadena alimenticia entre las Hordas. Mas allá de los Estanques, no hay nada que organice a las Hordas de manera coherente, no hay una cúpula que reúna el mando de todos los seres de las profundidades de forma cohesionada contra sus enemigos. Todo lo contrario, las Hordas son tan susceptibles de atacarse unas a otras como de tratar de atacar a seres de la superficie.

Ya que lo menciono, las Hordas Gorgojeantes no se han limitado al fondo marino. Si bien ese fue su hábitat natural al comienzo de su destierro, muy poco a poco surgieron variantes que se aventuraron a acercarse más y más a la superficie, acostumbrando sus cuerpos a otras temperaturas, presiones y recuperando el sentido de la vista. Con el paso de de los milenios, las variantes de subespecies de las Hordas Gorgojeantes han ocupado todos los niveles de superficie bajo el mar, incluso con variantes lacustres que habitan cuevas cerca de playas y arrecifes. Estas variantes además lograron recuperar parte de su intelecto perdido, escuchando la voz del Tirano al que sirvieron en su día y levantando altares en su honor. 

La apertura de los portales del Hombre Ardiente sobre Londres fue tan desastrosa para los humanos como lo fue para las Hordas Gorgojeantes. De todas aquellas criaturas que aparecieron, las provenientes del fondo marino solo encontraron una muerte brutal cuando sus cuerpos fueron sometidos de golpe al cambio de temperaturas y presión, aniquilando Estanques por completo. Los Estanques que provenían de aguas menos profundas tampoco lo tuvieron fácil, ciegos e incapaces de orientarse sobre tierra firme. Los únicos grupos de criaturas que pudieron sobrevivir fueron aquellos que cayeron en Londres y ya estaban habituados a las condiciones de vida cerca de la superficie, aunque incluso ellos estaban aislados unos de otros de sus respectivos Estanques, desperdigados y desorientados en un entorno de estrechos túneles y aguas poco profundas. A todas luces, la Batalla de Londres fue un lucha por la supervivencia tanto para los humanos como para las criaturas recién llegadas de Malifaux, que tras la primera noche comprendieron que los habitantes de la Tierra no eran presas dóciles y que estaban dispuestos a defenderse. Después de que múltiples guaridas fueran aniquiladas y muchos líderes de Estanque terminaran muertos por las armas inglesas, la mayoría de criaturas restantes emigraron hacia zonas rurales y alcanzaron el mar. A pesar de que aún quedan algunos de ellos en los canales y alcantarillas más profundas de Londres, la mayor parte de las Hordas se han expandido por los mares de todo el mundo aprovechando también que de cuando en cuando, el Hombre Ardiente vuelve a abrir portales sobre algún lugar del globo, vomitando más de sus miembros. La rápida adaptabilidad de las Hordas les ha hecho posible habitar mares de cualquier tipo de temperatura y salinidad, convirtiéndose en una plaga en las costas de la Tierra. La agresividad con la que compiten entre ellas por el territorio y lo fáciles que son de atraer a trampas donde aniquilarlas es lo que las mantiene a raya de ser un problema  insostenible dada la velocidad con la que se reproducen, pero en muy poco tiempo se han convertido en una amenaza global que alcanza no solo las costas de todo el planeta, también las riberas de los ríos y lagos. Quien sabe los números que alcanzarán en un futuro...

Relato: La presa del cazador.


En contraste con el anterior relato, crear una narrativa para las Hordas Gorgojeantes es complicado por lo simple que es la mentalidad de las criaturas que lo componen. Quitando a los líderes, prácticamente la totalidad de sus miembros no son mucho más complicados que un animal, no tienen pensamiento abstracto ni capacidad de lenguaje verbal que permita comunicación compleja. Casi todo en las Hordas Gorgojeantes se reduce a la mentalidad de una manada de depredadores y aquí están escritos como tal. No hay revelaciones trascendentales que les hagan plantearse su lugar en el cosmos ni grandes discusiones filosóficas o políticas. Viven para cazar, alimentarse y mantener al grupo con vida. Eso no quiere que carezcan de interés. El relato está protagonizado por uno de los Frenesíes, llamado Ojo Rajado, con la casi totalidad de la narración dejando que se desarrolle no por sus pensamientos ni por su diálogo, sino mediante sus acciones. No solo eso, toda la dinámica de poder de los grupos de Hordas Gorgojeantes es mostrada de forma orgánica en esta narración.

Desde el comienzo tenemos una idea muy clara de quienes van a ser los protagonistas con una construcción sencilla pero clara. Los Frenesíes son la cúspide en la cadena alimenticia y jerárquica de las Hordas Gorgojeantes, absolutas máquinas de matar que jamás bajan la guardia ni se dejan llevar por trivialidades. Son fieros, son astutos, son implacables y no se fían ni entre ellos en su constante lucha por ser el alfa del grupo. El más peligroso de todos es un líder llamado Ojo Rajado, cuyo estatus está bajo la constante amenaza de otros dos Frenesíes, Panzanegra y Medialeta. La primera es la más joven de sus rivales, impaciente, ansiosa por dominar a los demás, el otro es paciente y más fuerte, leal pero a la espera del momento de convertirse en líder. Por su parte, Ojo Rajado deja muy claro que por muy sedientos de sangre que sean, por mucho que sean criaturas conducidas por el hambre, él prioriza la supervivencia de los demás Frenesíes por encima de satisfacer sus propios apetitos cuando, en una cacería bajo el mar de Malifaux, deja de alimentarse de una presa recién cazada para estar vigilando las amenazas que puedan aproximarse a los demás, mientras están distraídos dándose un festín. De pronto, una luz comienza a brillar por debajo de ellos; Ojo Rajado intenta avisarles del peligro, pero todos le ignoran, demasiado absortos en devorar la presa recién cazada. Para cuando logra captar la atención de Medialeta, ya es demasiado tarde. La luz que tienen bajo ellos los absorbe y caen sobre una superficie pétrea, con el agua apenas llegándoles por la cintura y demasiada luz a su alrededor. Se sienten torpes, vulnerables, entran en un pánico por puro instinto. Ojo Rajado ataca a todo lo que ve a su alrededor llevándose por delante a los humanos que tienen la mala suerte de estar cerca de él y luego conduce al resto de los suyos siguiendo la caída del agua hasta el primer escondrijo que encuentran. No entienden qué les ha pasado, solo se limitan a mantenerse con vida. Este fue el cruce de los Frenesíes a la Tierra, cayendo sobre Londres y huyendo a los túneles del metro bajo la ciudad.

En los días siguientes, Ojo Rajado va tomando consciencia poco a poco de las condiciones en las que se encuentran. Están en un nuevo mundo, con un nuevo mar que habitar, angosto y sucio, habitado por criaturas que caminan sobre el agua. Al principio parecían fáciles de cazar, de carne suave y huesos frágiles, hasta que un ataque en una estación de metro casi acaba con la vida de Ojo Rajado. Por primera vez experimentó el precio de ponerse frente a una línea de soldados humanos, por muy poco lo paga con su vida. Las lecciones que aprende las tiene que aprender por las malas, como no subestimar a los humanos, pues pueden matar incluso después de muertos usando esas armas. Este es su territorio, al fin y al cabo, y tratar de cazarles cuando cada vez hay más y están mejor armados resulta muy difícil. Un detalle fácil de omitir es que cuando están en situaciones de riego, Ojo Rajado siempre se pregunta a sí mismo qué será de su Estanque si él no está, cómo Panzanegra o Medialeta solo lograrán destruirlo sin un liderazgo capaz de velar por el resto de los Frenesíes. Otras criaturas de las Hordas Gorgojeantes se van uniendo a su Estanque conforme pasan los días y él procura que haya un nido estable para incubar y hasta intenta que haya comida para todos. Sabe que es una lucha que a la larga lo va a consumir, en este mar estrecho de pasadizos y poca comida.

Entonces, llega una visita inesperada: Sirena de la Tormenta. El desprecio que sienten Ojo Rajado y Sirena el uno por el otro es más que patente desde el primer momento, mostrando caras opuestas del liderazgo sobre las Hordas Gorgojeantes. Ahí donde los Frenesíes son una fuerza de salvajismo e instinto, las Sirenas siempre han sido manipuladoras y arteras, compartiendo con los Frenesíes lo más alto de la jerarquía de las Hordas Gorgojeantes de una manera distinta pero igualmente efectiva. La visita de la Sirena tiene una intención muy clara. Le habla a Ojo Rajado de otros mares, del río que hay mas allá de los muros que tienen a su Estanque confinado, por el que pueden llegar a un océano de presas infinitas. Para ello, todo lo que tienen que hacer es destruir un barco que patrulla el Támesis y permitir a su Estanque la huida al mar...y a la Sirena también, a no ser que sea haya acobardado y quiera pasar el resto de la eternidad encerrado entre cemento. Sus constantes insultos hacia Ojo Rajado hacen que Medialeta esté apunto de atacar a la Sirena, no por amor hacia el líder del Estanque, sino para mostrar que Ojo Rajado es tan débil que está dispuesto a tolerar las burlas de una Sirena. Ojo Rajado mata a Medialeta en ese mismo momento para dejar claro a quien se dirige la Sirena. No se fía de ella, pero está dispuesto a oír acerca de ese nuevo océano.

Esa misma noche, Ojo Rajado conduce a todo su estanque al combate para tratar de aniquilar a la tripulación de una embarcación que patrulla el Támesis, el HMS Celadon. El ataque se suponía que tenia que tomar a la tripulación por sorpresa, pero Ojo Rajado está atacando a un enemigo que desconoce tanto como ellos a él. El asalto es una distracción para que Ojo Rajado y los demás Frenesíes puedan subir a la cubierta del barco inadvertidamente, arrojando oleada tras oleada de Reptantes y Merodeadores a subir la quilla del barco, que son aniquilados sin piedad por fuego que les cae de todas partes; de las armas del barco, de la tripulación y de las patrullas que vigilan la ribera del río, es una carnicería. Por su parte, Ojo Rajado, Panzanegra y el resto de los Frenesíes logran subir por otro lado y llegar a la torre de mando, devorando a buena parte de los oficiales del buque para luego continuar eliminando a la tripulación en las cubiertas inferiores, lo necesario para que no puedan perseguir a los  Frenesíes que sobrevivan río abajo. A pesar del ataque sorpresa, la tripulación se defiende con uñas y dientes. Varios Frenesíes mueren a tiros y aprovechan el interior del barco para combatir a los monstruos. 

En una de las cubiertas, un cabo llamado Gourley encuentra al Capitán y al resto de supervivientes del buque en las entrañas del barco, escondiéndose de los Frenesíes hasta que no les quede más remedio que vender cara sus vidas. El cabo logra convencer al Capitán de que no abandonar el barco es una necedad, ya que el mando inglés debe saber lo que ha pasado, qué les ha atacado y las tácticas que las Hordas Gorgojeantes han utilizado. No escucharán a un mero cabo, pero sí a un Capitán. Además, el enemigo no sabe cómo manipular un barco, si abandona no estará cediendo un arma a las Hordas, pero aún así, el cabo está dispuesto a darle un último uso al barco y llevarse a todos los que pueda por delante. 

Desde la distancia, ya saliendo de Londres, Ojo Rajado puede ver el barco estallar. El cabo permitió que el Capitán y el resto de supervivientes escapasen antes de hacer estallar la caldera para aniquilar a los Frenesíes que quedaban a bordo. Para entonces, Ojo Rajado y la mitad de los Frenesíes ya se han marchado, dejando atrás a Panzanegra y la otra mitad de los Frenesíes que le eran leales a ella. Recordando las palabras que la Sirena le dijo a Ojo Rajado, los humanos están dispuestos a todo cuando se trata de luchar y son capaces de matar hasta después de muertos. Panzanegra había acusado a Ojo Rajado de ser un cobarde al querer dejar vivir a algunos humanos y se negó a abandonar el barco, tratando de matar hasta el último de ellos. Ese fue su fallo, y el motivo por el que Ojo Rajado seguirá siendo el líder del Estanque, ahora reducido a unos pocos Frenesíes: él es más que una bestia depredadora, es un líder que tienen en cuenta en la preservación de los demás miembros del grupo. Ahora, de camino al océano, se relame pensando en convertirse en el cazador más temido de este nuevo mundo.


La Corte de Dos

Escrito por Mike Wallace

Desde hace milenios han habido portales que han conectado la Tierra y Malifaux, a menudo provocados por las Noches de Cosecha, en las que ambas lunas de Malifaux están ausentes en el cielo nocturno, o tal vez gracias a una confluencia de magia, gestada por los motivos más extraños o perversos. En ocasiones, estos portales se han abierto cerca de criaturas curiosas o desafortunadas que los han cruzado o que han caído por pura mala suerte al otro lado, para nunca regresar a su mundo. La Corte de Dos es el producto de un Neverborn que hace tiempo que olvidó su pasado en Malifaux, un mímico actualmente conocido como Anton de Wils, el Rey de Máscaras. La Historia de la Corte de Dos es su Historia.


Anton de Wils no es más que el último nombre que este mímico ha adoptado, una de tantas máscaras que ha vestido a lo largo de los siglos. Los primeros recuerdos a los que puede acudir se remiten al Siglo XVI, gracias a una colección de reliquias que empezó a acumular por aquel entonces, empezando por una espada de la Edad de los Metales. Desde entonces, muchas otras piezas se han ido añadiendo a una colección que cuenta la historia fragmentada de un personaje cuyos recuerdos están igualmente desorganizados hasta tiempos recientes. Durante siglos, Anton de Wils no fue más que un mímico que se limitaba a sobrevivir disfrazado entre los humanos, adoptando nuevas identidades y rostros según le convenía. Los siglos pasaron sin mayor sobresalto hasta que el mímico, de la misma manera que los magos de la Tierra, percibió que la magia estaba abandonando su mundo. Al comienzo esto solo provocó que cambiar de forma fuera más difícil, hasta el punto de tener que recurrir a rituales con tal de transformarse. Pronto tuvo que decantarse por formas de magia más agresivas, incluyendo el asesinato de inocentes en sus rituales para usar la sangre como catalizador. No pasó mucho tiempo antes de que ni tan siquiera con esos métodos pudiera cambiar de forma y luego, llegó la verdadera agonía. La mente del mímico empezó a quebrarse a medida que la ausencia de magia en la Tierra borraba sus recuerdos y los mezclaba con las falsas historias que había adoptado para encarnar personalidades distintas en épocas pasadas. La degeneración continuó erosionando su mente hasta que su comportamiento se redujo a los más bajos y primitivos instintos, convirtiéndolo en un animal trastornado y aislado del mundo. Es imposible para él saber cuánto tiempo pasó en este estado, oculto en algún rincón del mundo donde la luz del sol no llegaba, hasta el día en que pudo oler de nuevo el aroma del éter en el aire.

Cuando salió de su guarida, el mímico se lanzó a la caza del origen de ese dulce aroma, cayendo sobre un grupo de soldados de Abyssinia que portaban una Piedra del Alma de altísimo valor llamada el Corazón de Awasa. Con la Piedra cargada con las almas de los soldados muertos, el mímico sintió su mente recomponerse al consumir el poder guardado en ella, recuperando poco a poco su intelecto. El uso de esta Piedra de Alma sería la puerta que le brindaría de nuevo el acceso a la sociedad humana, cambiando de identidad ágilmente en las calles y grandes salones de París. Décadas después, la Brecha sería abierta, pero el mímico no sintió ningún deseo de volver a ese lugar del que llegaban historias de otros seres como él. Para el mímico, él era un exiliado de su mundo que había aprendido a prosperar entre los humanos, la Tierra era su hogar. La vida le sonreía de nuevo, hasta que la Brecha se cerró.

Donde el resto del mundo vio la desgracia, el mímico vio la oportunidad. Ante él se abría un mundo que explotar mediante los usos de la lógica, la ciencia y la industria, debidamente cultivados. Era la hora de volverse una presencia más activa. El mímico fundió las riquezas acumuladas de sus anteriores vidas en una gran inversión que ayudarían a su última encarnación a alzarse como un filántropo y amo del comercio llamado Rudolf de Wils, un artista y mago de las finanzas que en las décadas posteriores convertiría el nombre de su familia en una firma comercial inmensamente poderosa, destinada a ser heredada por sus "descendientes", Importaciones de Wils. A medida que el tiempo pasaba, la fortuna familiar crecía y el mímico dominaba cada vez más y más disciplinas y ciencias humanas, desde Bellas Artes a Matemáticas y Física, pasando por Literatura y Ciencias Políticas. Llegado a cierto punto de su vida, comenzó a investigar el folklore humano en busca de pistas que lo llevasen a comprender mejor su propia naturaleza y su origen, cambiando de identidad al siguiente en la rama familiar cuando le era conveniente hasta llegar al "tataranieto" de Rudolf, su nombre actual, Anton de Wils. En sus investigaciones descubrió la presencia de otros como él en la Tierra, decidiendo que era el momento de dar el siguiente paso.

Durante décadas, el mímico había extendido una red de informadores, espías, asesinos, magos entrenados en secreto y otros agentes para expandir su poder por el mundo, que para el año 1904 era considerable, pero había dejado escapar la oportunidad de reclutar a otros como él hasta ahora. Un error que estaba apunto de enmendar. Con sumo cuidado, contactó con todas las demás criaturas que pudo para atraerlas a un encuentro en Praga y ofrecerles convertirse en parte de su Círculo Interior en la organización que estaba apunto de fundar: la Orden de Dos, un grupo de mímicos con el objetivo de dominar la Tierra, siendo liderada por dos de ellos. Uno delos amos de la Corte sería Anton de Wils, el otro sería un miembro voluntario del Círculo Interior. Tal y como Anton se esperaba, ninguno de los otros se atrevió a ocupar el asiento que quedaba libre. El motivo para esto es que todos los mímicos que convocó habían pasado siglos o incluso milenios de existencia solitaria, confiando en el anonimato para sobrevivir, por lo que unirse a la causa de uno de los suyos, convertido en magnate y filántropo, iba en contra de sus principios de discreción. Poco a poco fueron seducidos por sus promesas de poder, aunque Anton se aseguraría de que todos ellos estuvieran en una posición lo suficientemente precaria como para ser eliminados si se convertían en un problema.

Así nació la Corte de Dos, que después de la Batalla de Londres se ha convertido en un rival del Gremio en lo que a controlar los gobiernos del mundo se refiere. Aunque el Gremio posee la macroeconomía, la Corte de Dos tiene a su disposición los mímicos y una fuente infinita de espías, además de estar coordinados por una única mente que dirige a sus miembros de forma implacable. Sus acciones se han vuelto más osadas, como redirigir a las Hordas Gorgojeantes contra puertos controlados por el Gremio en Atenas o envenenar al hijo del Zar. Si bien sus acciones han dejado que el Gremio descubra su existencia y la identidad de algunos de sus miembros, las pistas que han dejado son mínimas. Anton de Wils ha llegado a manipular a cazadores de monstruos del Gremio para eliminar elementos problemáticos de la propia Corte, o ha dirigido organizaciones satélite como partidos políticos, sindicatos y ejércitos revolucionarios unos contra otros con tal de eliminar sospechas de que algunos de estos grupos trabaje para la Corte de Dos. Desde órdenes monásticas a empresas subsidiarias, muchos son los que sirven a los designios del Rey de las Máscaras sin saberlo.

Pero hay algo más que decir. Lo que le sobraba a la Corte de Dos en influencia le faltaba en poderío ofensivo. El Gremio tiene flota, soldados, armamento puntero y rara vez tiene que negociar un despliegue de tropas. La Corte de Dos no podía permitirse contratar un ejército privado y mantener sus actividades en secreto. Anton de Wils buscó un remedio arcano que le ayudase a tener un ejército del que disponer en cualquier lugar y que no dejase un rastro que los condujese hasta él, encontrando la respuesta a sus ruegos en una Resurreccionista de Malifaux capaz de invocar espíritus sin esfuerzo: Kirai Ankoku. Reconociendo a Kirai como una de las personas más peligrosas con las que se había encontrado en siglos cara a cara, Anton jugó muy cuidadosamente sus cartas para convencerla de que si entrenaba a sus agentes en las artes necrománticas, él la ayudaría a resucitar a su amor perdido, Francis Kitchener. Kirai accedió, pero solo uno de los practicantes logró asimilar sus enseñanzas al coste de su propia vida, mientras el resto de aprendices sufría muertes horrendas a manos de sus propias invocaciones, un mago vietnamita de nombre Binh Nguyen. Junto a otros sacerdotes y hechiceros, Binh ha empezado a extender una red de operaciones nigrománticas por toda Asia para acumular espíritus que esclavizar al servicio de la Corte de Dos. Ahora, Anton de Wils poseía su ejército, uno formado por muertos vivientes.

Relato: Cicatrices que enseñan.


Esta historia es la que tiene una trama más familiar a lecturas anteriores que hemos visto sobre Malifaux, con personajes desposeídos que de pronto tienen la oportunidad de conseguir un inmenso poder a cambio de un precio que no se esperan, todo ello mientras son manipulados como títeres por amos muy superiores a ellos. El pobre desgraciado al que están a punto de sucederle cosas muy, muy malas es Bihn Nguyen, el personaje y único modelo de la Corte de Dos que está presente en este libro.

Estamos en Saigón, Vietnam. Es la Fiesta del Día de los Espíritus (ignoro si es una festividad real o no) y la gente en Saigón está celebrándolo alegremente. Por las calles se pasea una silueta que no comparte el jolgorio del gentío, a quien todo este entusiasmo por los difuntos le parece algo completamente fuera de lo normal: Kirai Ankoku. En estos momentos ella ha sido contactada por la Corte de Dos para buscar individuos con un talento especial en el campo del espiritismo, ocurriendo este relato antes de lo que vemos de ella en la Tercera Edición. A pesar de que Vietnam es uno de los Tres Reinos, la presencia del Gremio aquí no está disputada por grupos rebeldes, más bien al contrario. El mandato del Gremio sobre Vietnam es el ejemplo de un país completamente sometido a ellos, pues viven en una jaula de barrotes de oro en la que la Ley está al servicio de un poder extranjero; a cambio los vietnamitas pueden disfrutar de toda la infraestrutura y lujos que el Gremio puede traer, como los primeros automóviles. Kirai, sin importar que ella es de Japón y no vietnamita, no es una persona particularmente patriótica ni tradicionalista pero no soporta la idea de vivir bajo las botas del Gremio.

Kirai llega hasta una casa muy humilde donde la reciben Bihn Nguyen y su hermano Suchong. Los dos son un par de espiritistas que hacen trucos genuinos aunque de muy baja categoría con cadáveres. Bihn es capaz de invocar espíritus de un cuerpo y atarlos a su voluntad momentáneamente con un amuleto que les impone una máscara como señal de sometimiento, y Suchong es un exorcista que puede expulsar a esos espíritus a voluntad, muy útil cuando estos intentan escapar al control de Bihn. Ella les paga para que hagan su pequeño numerito con un cadáver que tienen a mano, algo que han hecho cientos de veces con los cuerpos que la gente les trae de sus familiares o víctimas de crímenes, para ver si los espíritus pueden tener un último mensaje que dar para los vivos. Es su negocio, espiritismo barato por una pequeña suma para subsistir. Los dos hermanos no tienen mucho más que el uno al otro. 

La invocación funciona, mostrando el potencial que estos dos hermanos poseen. Para Kirai, esto es un desperdicio de talento y les enseña cómo ella también puede manipular al espíritu pero con una facilidad insultante. Después de ver de lo que son capaces, les ofrece algo, una cita con el hombre que la ha enviado, un tal Ao Mak. Los dos hermanos son reticentes, especialmente Suchong, pero Bihn decide por los dos que deberían ir a ver a este individuo. La cita se da en un gran edificio en el puerto de Saigón propiedad de Importaciones de Wils, donde Ao Mak trabaja de gerente. Por su descripción, apostaría un brazo a que es un mímico. Ao Mak dice representar a un grupo muy interesado en las habilidades de los dos hermanos para controlar un ejército de espíritus. Suchong está horrorizado ante esta idea y Bihn es escéptico ¿un ejército de fantasmas? Él claramente no podría hacer algo así, haciéndoselo saber a Ao Mak. El "gerente" responde con una sonrisa falsa diciendo que para eso está Kirai, para perfeccionar sus talentos mágicos con los fantasmas. La oferta es muy tentadora para Bihn, ya que supone dejar de vivir en la miseria, pero lo que le empuja a aceptarla es que, al preguntar a Ao Mak sobre qué pasará si rechazan la oferta, el mímico ni se molesta en mentir bien cuando dice que son libres de irse. Claramente no saldrán vivos del edificio si rechazan la propuesta.

Esa noche Ao Mak lleva a Bihn, Suchong y Kirai a un cementerio antiguo en las afueras de Saigón, donde estarán entrenando. Él solo vendrá una vez a la semana para traerles comida. Además de entrenar, es durante estas semanas que los personajes poco a poco van abriéndose unos a otros hasta mostrar un lado íntimo. Los hermanos Nguyen son un par de pobres desgraciados que han tenido una vida dura. Al igual que Kirai, vieron a un ser querido morir delante de ellos de forma totalmente injusta, su madre, cuando un ladrón entró en su casa y ella trató de resistirse. Kirai habla de la muerte de Francis, algo que no había hecho ni siquiera con Molly. Las historias entre los personajes son hasta cierto punto un paralelismo, tanto ella como los hermanos son víctimas que de una u otra manera han aprendido poderes mágicos sobre la vida y la muerte, solo para convertirse en marionetas al servicio de otros, Kirai lo fue de Nicodemo y los hermanos ahora están en la tela de araña de la Corte de Dos. La gran diferencia es que ahí donde Kirai se dejó llevar por la sed de venganza, los hermanos Nguyen continuaron con su vida de forma más o menos normal. Desde luego no se convirtieron en asesinos en serie que sienten que sus actos están justificados. Más importante todavía es señalar la enorme diferencia que hay entre ambos hermanos. Bihn es el mayor, más decidido y ambicioso pero ante todo protector con Suchong. El hermano pequeño es un trozo de pan que no le haría daño a una mosca y no le importa vivir como pobres siempre que tenga a su hermano con él, alguien para quien todo esto del espiritismo está mal, pensando que no se debería perturbar el descanso de los difuntos y mucho menos utilizarlos como un arma. El entrenamiento con Kirai poco a poco está levantando una barrera entre los dos hermanos, con Bihn aprendiendo a esclavizar los espíritus del cementerio con soltura y Suchong cada vez más alejado, negándose a practicar esta magia, especialmente cuando Ao Mak trae una Piedra de Alma. Extraer el poder de los muertos de esa manera, negar a un alma el descanso eterno al usarla como combustible mágico, es un sacrilegio a ojos de Suchong.

Después de un tiempo entrenando, Bihn convence a Ao Mak de que ya tienen bastante práctica, gracias en buena parte a que ha aprendido a canalizar las energías de las Piedras de Alma. Ao Mak está complacido con los progresos que Bihn muestra, proponiendo que va siendo hora de una prueba real. Un cargamento de Piedras de Alma va de camino al puerto de Saigón en un barco del Gremio y espera que Bihn y Kirai sean capaces de apropiarse del cargamento cuando llegue a la ciudad. Bihn es reticente ante la idea de dejar a su hermano Suchong a solas, especialmente por si algo le pasara a él. Solo acepta participar en el robo si su hermano también viene. Kirai también muestra su preocupación por Suchong, pero por un motivo distinto, el chico es claramente demasiado inocente para la vida criminal. En cuanto a Bihn, su entrenamiento ha dado sus frutos pero aún le falta el elemento que hace que Kirai pueda manipular espíritus muy poderosos a voluntad. El dolor, el desasosiego, la sed de sangre son lo que impulsa a Kirai y le otorga dominio sobre las criaturas de la muerte, algo de lo que Bihn carece.

Para la noche en la que el barco llega a Saigón, Bihn y Kirai han preparado un plan sencillo. Él esperará bajo el embarcadero de madera a que llegue la noche, momento en el que Kirai invocará a sus fantasmas para distraer a la guarnición y a la tripulación del barco, dejando que Bihn y sus espectros suban y empiece a sacar el cargamento. Ya de noche y con las patrullas del Gremio pasando por encima del embarcadero donde se esconde Bihn, Suchong encuentra a su hermano con la intención de disuadirle de todo esto. Suchong no quiere saber nada de ejércitos de fantasmas, ni de aprender magia ni de Kirai, solo quiere a su hermano de vuelta sin importarle que sean pobres. Bihn intenta callarlo pero son descubiertos por los Guardias del Gremio. Cuando se asoman de debajo del embarcadero, ambos hermanos se ven con una docena de Guardias apuntándoles con sus armas; Bihn trata por todos los medios de convencer a los Guardias de que se han metido ahí por accidente y que no buscaban problemas. Los Guardias parecen bastante convencidos hasta que el Sargento nota algo en Bihn que no le gusta. Aparta su camisa para ver que tiene una Piedra de Alma en un colgante. Justo cuando va a dar la alarma, Kirai ataca a los Guaridas con sus propios espíritus y comienza un tiroteo. Suchong se queda en un rincón sollozando y Bihn y Kirai se enfrentan a los guardias echando mano de todos los espíritus que tienen a mano. Al principio parece que tienen ventaja, ya que las meras pistolas de los Guardias no son útiles contra los fantasmas que ambos manejan. Todo cambia cuando de la pasarela del barco bajan tres Marshals de la Muerte y un Pacificador.

Las tornas de la pelea cambian drásticamente con estos refuerzos. Kirai invoca el Ikyrio para tener una oportunidad de sobrevivir al Pacificador pero los Marshals se deshacen fácilmente del resto de entes sobrenaturales. Uno de ellos ve que Bihn es uno de los que controla a los espíritus, avanzando hacia él y atravesándolo con la bayoneta de su pistola. Suchong ve a su hermano morir y carga contra el Marshal que ha acabado con su vida, matándolo al instante en un arrebato de furia y esparciendo por el suelo las Piedras de Alma que el Marshal portaba encima, por puro accidente. Inmediatamente después, los otros Marshals cosen a Suchong a balazos. Solo queda Kirai, casi sin refuerzos a los que recurrir y viéndose rodeada rápidamente. El Ikyrio está ocupado con el Pacificador y ella sola no puede enfrentarse a tantos enemigos en un espacio abierto. De pronto, uno de los Marshals nota que algo lo ha agarrado de la pierna. Bihn, al borde de la muerte, ha visto lo que ha pasado con su hermano. Verle morir de esa manera delante de sus ojos, la forma en que las balas lo han atravesado sin poder hacer nada, lo llena de impotencia, y luego de rabia. La misma rabia con la que Kirai lleva viviendo desde la muerte de Francis. Con la otra mano ha alcanzado un puñado de Piedras de Alma del suelo y un brillo púrpura y blanquecino lo envuelve, rodeándolo de las almas de los que acaban de morir en el puerto y de otras almas que llevan muertas mucho tiempo, absorbiendo su poder en un instante de forma descontrolada. Kirai sabe muy bien lo que está apunto de suceder, de modo que se arroja al mar segundos antes de que Bihn estalle, sobrecargado por el poder de las Piedras de Alma, llevándose consigo al Marshal y a los Guardias que estaban cerca.

Desde la ventana de su despacho, Ao Mak puede ver el incendio que la explosión de Piedras de Alma ha provocado y el caos en la ciudad que le sigue, con filas de bomberos y ciudadanos luchando para que el fuego no se extienda. Una furibunda Kirai entra en la estancia, a lo que Ao Mak se limita a tomarse lo que ha ocurrido como una molestia. Le recuerda a Kirai que tienen un acuerdo entre ellos dos, lo que ha pasado era esperable, son riesgos implícitos en lo que están llevando a cabo. Esa soberbia es cortada de raíz cuando la sala es invadida por una helor y los libros de las estanterías tiemblan, las luces titilan y en el centro del despacho se materializa un espectro cuya silueta reconocen de inmediato: Bihn Nguyen, acompañado de sus esclavos fantasmales, algunos de ellos siendo los que han muerto en el enfrentamiento del puerto. Bihn lanza a sus esclavos a despedazar a Ao Mak, acusándole de haberles enviado a morir, algo que ha descubierto gracias a que uno de los fantasmas es el del Marshal que defendía el barco. El Gremio estaba avisado de que los atacarían. Ao Mak replica que solo seguía órdenes de su maestro y que la culpa de la muerte de Suchong recae sobre Binh, pues fue él quien insistió en que su hermano acudiera. Para salvar el pellejo, ofrece a Bihn el mismo trato que ofreció a Kirai: únete a la Corte de Dos y te devolveremos a tu hermano.

Bihn le "perdona" la vida a Ao Mak, después de consultar con Kirai si esta oferta era aceptable. Sin embargo, no va a ser un mero peón en el juego de la Corte de Dos. Trabajará a su servicio y procurará el ejército de fantasmas que la Corte necesita, pero será él quien sea dueño de los espectros y quien enseñe a otros magos de la Corte cómo convocarlos. Kirai siente cierto orgullo por ver que Bihn, al igual que ella, toma las riendas de su vida, aunque sea en la forma de un muerto viviente. Al final, si son bastante parecidos. Ambos víctimas, ambos poseedores de un talento antinatural, ambos convertidos en asesinos y ambos aferrados a una esperanza de volver a encontrarse con un ser querido.

Para la última entrada del Reglamento de The Other Side, veremos la historia que cierra el libro, titulada Juicio por Combate.

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Entrada Siguiente: The Other Side. Reglamento. Cuarta Parte.

sábado, 9 de octubre de 2021

The Other Side. Reglamento. Segunda Parte.

Entrada previa: The Other Side. Reglamento. Primera Parte.


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The Other Side. Reglamento


Segunda Parte. Las facciones de la Tierra.


Con la llegada del Hombre Ardiente, las naciones de la Tierra se han lanzado a una apresurada carrera armamentística por defenderse de cualquier amenaza sobrenatural, pero también de naciones rivales que vean su oportunidad de imponerse. Con la pérdida del monopolio de Piedras de Alma del Gremio y sus rebeliones en Asia, la paz que impuso la otrora monolítica organización se ha desbaratado, permitiendo a naciones que habían permanecido hasta ahora asfixiadas por su yugo económico, aspirar a expandir sus territorios. Esto no quiere decir que el Gremio esté acabado, simplemente debe jugar como uno más en el mesa, en lugar de ser el crupier que reparte las cartas de una baraja trucada. 


En esta entrada repasaremos las tres facciones de la Tierra que entran en liza en el reglamento. Dos de ellas son facciones mayores, Abyssinia y el Imperio Inglés (me niego a traducirlo de forma literal como el Imperio Real, demasiado cursi), siendo la restante el Gremio de Mercaderes, que actúa como "facción menor" que se puede incorporar a las otras dos. A lo largo de los libros de la Segunda Edición de Malifaux hemos tenido alguna que otra mención de ambas naciones, pero solo ahora tenemos su Historia narrada para nosotros. Cada facción tiene un apartado contándonos su pasado, el listado de sus modelos y un relato, así que hay mucho que desgranar. En cuanto a las unidades, muchas de ellas son autoexplicativas, por lo que no veo necesario dar muchos detalles mas allá de los personajes especiales, pero estos aparecen en los relatos de facción, de manera que podría mencionar quiénes son cuando cubra esos relatos.

Abyssinia

Escrito por Christopher Gorham Wadsworth

Es muy fácil pensar que Abyssinia es una reminiscencia de Wakanda, de Marvel Comics, por su origen tan similar. Ambos son países africanos que han conseguido un gran avance tecnológico gracias a un material extraterrestre que expande su conocimiento científico, adelantando el país con respecto al resto del mundo, pero hay diferencias clave que separan a ambos. En primer lugar porque Abyssinia es un nombre real, es el exónimo por el se llama al Imperio Etíope. En segundo lugar está la fecha.


Abyssinia es una nación crucial en la Tierra porque es uno de los mayores cambios con respecto a nuestra Historia, reescribiendo por completo la colonización africana por parte de las potencias europeas. El país domina el centro del continente africano desde su capital en Gondar, en la actual Etiopía, extendiéndose desde el cuerno de África hasta el golfo de Guinea ocupando territorios del Congo, Sudan, Chad, Nigeria y Tanzania, poseyendo todo el Gran Rift Valley y fortificaciones en Yemen desde donde que vigilar la entrada al Mar Rojo. Como ya he comentado, Abyssina es un nombre que se refiere al Imperio Etíope, cosa muy adecuada en el contexto que nos ocupa porque son exactamente eso, un imperio expansionista que ha avanzado tanto gracias a su inversión en investigación y desarrollo, y aspira a conquistar todavía más. Gran parte de este desarrollo ha sido gracias a que un portal a Malifaux se abrió durante un tiempo en Etiopia, permitiendo a sus habitantes acceder a las Piedras de Alma más de cien años antes de que el Concilio creara la Brecha en Santa Fe. Pero si tan importante es esta nación ¿Qué ha estado haciendo todo este tiempo?

El camino de Abyssinia hasta una Revolución Industrial gracias a las Piedras de Alma no ocurrió de la noche a la mañana. El portal que les permitió acceder a este recurso se abrió a mediados del siglo XVII y en un principio las Piedras de Alma fueron tratadas como un recurso mágico que solo unos pocos podían manipular, dando pie a leyendas y mitos de las gentes de la región. Viendo el valor que estas piedras tenían y sus propiedades curativas, no tardaron en convertirse en un tesoro que saquear por los varios caudillos del lugar. A lo largo de las primeras décadas desde su aparición, muchas de las Piedras de Alma se perdieron o fueron destruidas en múltiples conflictos. No fue sino hasta que una poderosa maga llamada Zala logró reunir la mayoría de Piedras restantes, después de someter al resto de caudillos y hechiceros, que podemos empezar a hablar de una nación unida. Las Piedras fueron acumuladas en la Isla Dek, en el Lago Tana, donde se fundó la Universidad de Amara, la mayor institución dedicada al estudio de las propiedades de este mineral aún siglos después de su fundación. En el ocaso de su vida, Zala pidió que su alma fuera a parar a una Piedra de Alma para que incluso en la muerte siguiera sirviendo al progreso de generaciones posteriores, dando pie a una tradición que aún se mantiene en Abyssinia. Aquí, ser absorbido por una Piedra de Alma es un honor. 

La Revolución Industrial no se produce hasta finales del Siglo XVIII, casi coincidiendo con la aparición del Concilio, cuando la Universidad de Amara descubre que la energía arcana contenida en las Piedras tarda mucho más en agotarse si en lugar de ser utilizadas para un ritual o un conjuro, son integradas para alimentar una máquina. Cuando el Concilio apareció en Abyssinia para requerir su ayuda en la recuperación de la magia en la Tierra, desestimaron por completo la ciencia que la Universidad de Amara estaba desarrollando, más interesados en los usos más esotéricos de la magia. Tan solo unos pocos estudiantes decidieron unirse al Concilio para participar en la apertura de la Brecha. 

El descubrimiento de las Piedras de Alma por parte del resto del mundo horrorizó a los eruditos de Amara, que recordaban el baño de sangre que se había producido en su hogar un siglo y medio atrás. Solo uno de los estudiantes que marchó con el Concilio, cuyo nombre era Iskinder, regresó con vida. Este erudito compartía la preocupación del resto de la Universidad por el estallido de violencia que provocaría este descubrimiento. La Universidad de Amara había nacido para detener las guerras civiles que asolaron su tierra tiempo atrás y ahora estaban anticipándose a la Guerra del Polvo Negro cuando aún faltaba más de una década para su estallido. Ante esta situación, la Universidad llamó a toda la aristocracia de Abyssinia a un encuentro a puerta cerrada, aunque no todos los nobles respondieron a esta llamada. De este encuentro se resolvió que haría falta un cambio político radical, más federalista, implicando un cambio dinástico que diese la vuelta a la política aislacionista del Emperador de aquel entonces.

En una corta guerra civil, los partidarios de Iskinder depusieron al Emperador apoyados por los avances técnicos que la Universidad de Amara y sus asociados podían ofrecer a sus tropas. El Emperador fue exiliado e Iskander se coronó como nuevo Emperador justo a tiempo para hacer frente a las invasiones extranjeras con el estallido de la Guerra del Polvo Negro. Por el norte, Abyssinia tuvo que enfrentarse a italianos, otomanos y egipcios que equivocadamente se pensaron que esta sería una campaña fácil. Desde el sur, la nación se vio asediada por señores de la guerra liderados por el Emperador anterior. A pesar de la brutalidad de la guerra, Abyssinia no solo sobrevivió a ella sino que salió más fuerte y unificada. Tras el conflicto fue capaz de rechazar los intentos del Gremio por apropiarse de sus Piedras de Alma a pesar de sufrir el acoso de piratas y mercenarios financiados por el Gremio en el Mar Rojo y el Golfo de Guinea. Pasaron años antes de que el Gremio asumiera que no iba a poder imponer sus condiciones en el país, convirtiendo a Abyssinia en la primera nación que se resistió al Gremio con éxito, momento a partir del cual, el Gremio trató de normalizar sus relaciones con la gran potencia africana.

En tiempos presentes Abyssinia se alegró de la reapertura de la Brecha si eso hacía que el Gremio pusiera su atención en otra parte y sus relaciones se habían calmado lo suficiente como para intercambios diplomáticos. De cara a la galería, estaban en paz, con el país africano sin ninguna intención de obtener beneficios en Malifaux. En realidad, Abyssinia ha mandado espías al otro lado de la Brecha con tal de detectar cualquier amenaza que el Gremio pudiera utilizar en su favor en un futuro, a menudo camuflados como ingenieros, a veces incluso contratando operativos de fuera del país. La llegada del Hombre Ardiente ha causado la aparición de cultos en el norte de África y los envíos de destacamentos del Gremio por todas partes del globo preocupan enormemente a Abyssinia, que se ha movilizado para asegurar los territorios fronterizos.

Relato: Las Legiones de Zereghi

La historia que da a conocer a los soldados de Abyssinia nos muestra a un ejército profesional e innovador, puntero en cuanto a tecnologías y tácticas al tiempo que es poseedor de un profundo orgullo cultural. También aparecen dos de sus personajes principales para darles espacio, dejarnos que los conozcamos, y tiene detalles interesantes de cómo ha evolucionado la manera de librar una guerra con la tecnología de las Piedras de Alma. 

La primera escena la tenemos en una tienda de mando, donde el Príncipe Unathi Zereghi discute con el resto de sus asistentes la estrategia para tomar un fuerte en posesión de la Liga Bereber, una unión de territorios habitados por la etnia bereber que se extiende desde Egipto hasta Marruecos bordeando con la frontera norte de Abyssinia. Es a través de esta frontera que de cuando en cuando surgen grupos de bandidos que acosan las comunidades limítrofes. Con las noticias recientes de lo sucedido en Londres, Abyssinia ha lanzado campañas para asegurar posiciones al norte de África, habiendo asediado ya Libia y ahora están de camino a Túnez. Por el camino, las fuerzas dirigidas por el Príncipe Unathi se han topado con una fortificación que guarnece tropas de la Liga Bereber. Esto no sería un gran obstáculo para las fuerzas de Unathi si no fuera por un problema que los mantiene estancados: de alguna manera los bereberes mantienen un escudo mágico con forma de burbuja entorno al castillo. Después de horas de bombardeo el escudo no ha mostrado ningún signo de debilitamiento, cosa que preocupa enormemente al Príncipe. Ningún grupo de magos podría mantener tanto tiempo un escudo contra semejante presión, de modo que el escudo debe de estar generado por algún tipo de artefacto que aprovecha Piedras de Alma para funcionar. La Liga Bereber no tiene acceso esa clase de tecnología de ninguna manera a menos que alguien se la haya proporcionado. Alguien, sospecha el Príncipe para sus adentros, como el Gremio de Mercaderes. Incluso si pudieran derribar el escudo con semanas de bombardeo, la guarnición bereber le está dando un tiempo precioso a las fuerzas acantonadas en Túnez para fortificar la ciudad, obligando a Abyssinia a librar un largo y sangriento asedio. Que el fuerte caiga es una prioridad, pero para el Príncipe también lo es averiguar cómo la Liga ha accedido a esta tecnología y si el Gremio ha tenido algo que ver. A esto no ayuda que el Gremio haya enviado a una diplomática en calidad de observadora, para vigilar que los intereses y propiedades del Gremio en la región no se ven afectadas, llamada Elga Vodyanov.

Pasado un rato de discusión, llega a la tienda un enorme soldado embutido en una servoarmadura que porta una lanza fabricada con Piedra de Alma. Su nombre es Yokowo Yemo, un guerrero de Abyssinia cuyo título formal es el Amo del Acero, un honor concedido al soldado que más méritos ha acumulado. Por lo mismo, su experiencia en el campo de batalla es basta, contrastando con la de Unathi, mas bien limitada a ser un consejero de otros generales hasta la fecha. Ambos son amigos desde hace tiempo, una confianza que le permite al Príncipe compartir información con Yokowo que no quiere que el resto de oficiales sepa. Unathi tiene un plan para tomar el fuerte por sus propios medios, llevándose con ello todo el mérito, pero no está dispuesto a permitirse un alto coste en vidas. Para ello, necesitará al Amo del Acero y un pequeño dispositivo de su invención capaz de hacer una burbuja como la de la fortaleza de menor tamaño. 

Al amanecer, el plan del Príncipe da comienzo. Unathi camina escoltado a la puerta del fuerte, con una bandera negra para parlamentar con los bereberes. Estos pican el anzuelo, permitiendo que su comandante y una comitiva salgan a encontrarse con el Príncipe. El truco está en que para salir, tienen que bajar el escudo. Además, el fuerte está sobre una elevación con la parte trasera dando a una ladera muy escarpada. Seria una pena si toda la atención de los vigías del fuerte estuviera en el lado incorrecto del fuerte, permitiendo que una pequeña fuerza de élite se acercase a sus muros ahora que el escudo no está...¿verdad? En efecto, Yokowo y un destacamento de la Legión de Acero han logrado escalar la pendiente durante la noche hasta aproximarse tanto como les es posible sin ser detectados. La conversación con la comitiva bereber no tarda mucho en descarrilar y el Príncipe tiene que hacer uso de su escudo y de unos Electrocutores que aguardaban su señal para atacar si fuera necesario. El bombardeo se reanuda y los bereberes creen que están seguros de nuevo tras su escudo, pero para cuando este se ha vuelto a desplegar, el grupo de Yokowo ya ha llegado a la puerta trasera con un Cortador. Tardan muy poco en hacer brecha y la Legión de Acero entra en tropel en la fortaleza, con Yokowo eliminando sin esfuerzo a la oposición. Nidos de ametralladoras son desmantelados uno tras otro sin problema por los soldados de élite, incluso parece que toda la fortaleza podría caer solo por el destacamento que se ha infiltrado, hasta que un torrente de llamas verdes cae sobre los invasores al llegar a un patio interior, creando un lago infernal que se extiende rápidamente. La velocidad de reacción de los soldados de Abyssinia los salva de ser calcinados por un fuego que claramente no es natural. Sobre las murallas, un harapiento mago los mantiene a raya por un buen rato hasta que el Amo del Acero decide que la única manera de escapar es sacrificar el Cortador para estamparlo contra los pilares del patio, creando un puente sobre el lago de llamas. Los Legionarios consiguen avanzar e incluso hieren al mago, que se retira a las cámaras interiores del fuerte. Poco después encuentran el dispositivo que genera el escudo y lo desactivan, permitiendo que el resto del ejército de Abyssinia avance a la fortaleza.

El Príncipe Unathi se ha hecho con la victoria con una cantidad de bajas mínima en un tiempo récord. Ahora que la fortaleza ha sido asegurada, no hay más que esperar a la llegada del Segundo Ejército para avanzar sobre Túnez. A pesar de este éxito le surgen preguntas que quedan sin responder. ¿Cómo los bereberes se hicieron con tecnología tan avanzada? ¿De dónde procede el mago, que ahora se ha rendido con el resto de los defensores y permanece encerrado bajo llave? Y lo más importante ¿Está el Gremio implicado en todo esto? Esa misma tarde ha mandado arrestar a Elga por la sospecha de espionaje, a quien se dispone a interrogar. Entre lágrimas, ella insiste en que no es una espía, que solo actúa como observadora del Gremio para velar por los intereses de sus superiores en las operaciones militares de Abyssinia, pero el mago, que por cierto es de procedencia europea, ha afirmado que ella es una infiltrada. Unathi tiene sus dudas, y va a ver al mago. Incluso entre rejas, el mago es intimidante y espeluznante. De cerca se puede ver que tiene el cuerpo lleno de tatuajes y ha pintarrajeado la habitación con su sangre. Afirma que el Gremio le enseñó a usar la magia, dirigiéndose a Unathi con total cordialidad y educación. Un detalle que me gusta es que Unathi ve que le han roto las manos al mago, algo extraño, pues sus soldados le habían dicho que en todo momento se había mostrado cooperativo y dispuesto a dar toda clase de información de posiciones y movimientos de tropas de los bereberes. Cuando pregunta a los vigilantes de la celda, estos responden que es el procedimiento habitual contra magos, romperles las manos para impedirles conjurar. Es un detalle que me encanta porque en efecto, no puedes desarmar a un mago por los medios habituales, siendo este un método algo necesario. La situación da un vuelco cuando uno de los acompañantes de Unathi se dirige en voz alta a él por su título: Príncipe. En este momento el mago pronuncia unas palabras de poder que lo convierten en una bomba que desintegra a todos los presentes. El Príncipe Unathi solo se libra porque tenía a mano su escudo personal.

Cuando recobra la consciencia, reina el pánico. Por la radio escucha los gritos de auxilio de sus soldados y el sonido de los estallidos y disparos se oye desde las mazmorras del castillo. Cuando sale al patio interior, el Príncipe se encuentra con que el infierno se ha desatado sobre la fortaleza. Literalmente. Un portal se ha abierto en el cielo del que caen humanos enloquecidos, monstruosidades deformes que malamente se asemejan a personas, y una bestia colosal similar a una hidra de piel ardiente: una Gorysche. Los soldados de Abyssinia han sido pillados completamente desprevenidos y no hay una línea de batalla establecida ni posibilidad de coordinarse. Aún así, lo dan todo. Los guerreros de Abyssinia responden con toda la potencia de fuego que tienen a mano y tratan de agruparse como pueden, creando zonas de resistencia donde se defienden hombro con hombro contra una marea incesante de criaturas y dementes, mientras un Acorazado descarga todo su arsenal contra la Gorysche y el Amo del Acero despacha todo lo que se encuentra de por medio. Sin pensárselo dos veces, el Príncipe se echa su arma al hombro y se une a la refriega. Aunque mueren por docenas, las abominaciones son demasiadas y sobrepasarán a las fuerzas de Abyssinia antes o después si no encuentran una manera de cerrar el portal, lo que solo se puede lograr desestabilizándolo de alguna manera. Por suerte para los defensores humanos, Unathi recuerda que existe algo capaz de interferir en el portal: el generador de escudo que usaban los bereberes. Mientras que el Amo de Acero y el Acorazado lidian con la hidra en llamas, el Príncipe se lleva consigo a un grupo de ingenieros a trastear con el generador para que arroje el muro de escudo con otra forma, esta vez como un cono dirigido contra el portal del cielo. La batalla pone al límite a Abyssinia, que debe emplear hasta el último truco tecnológico y táctico que tiene guardado para hacer frente a la marea de monstruos que los arrinconan en cada sala y pasillo del fuerte, hasta que los ingenieros al fin logran desestabilizar el portal y poner fin a la lluvia de criaturas. La Gorysche perece de un certero disparo del cañón gauss del Acorazado, finalizando así el combate. A pesar de haber resistido el embate de estos seres, el Príncipe Unathi tiene ahora todavía más preguntas que antes. La observadora del Gremio ha muerto durante la batalla, el mago también, y sus bajas se cuentan ahora por docenas cuando antes no eran más que un puñado de heridos. 

El relato retrocede ahora a un momento del pasado en el que vemos al Príncipe Unathi siendo llamado por su padre, el Emperador Zereghi, un mes antes de la batalla por el fuerte. Resulta que su padre es quien lo ha mandando a liderar sus fuerzas, no solo porque ya es hora de que el Príncipe se ponga al mando del ejército, sino porque entre lo sucedido en Londres unas semanas antes y cierto hallazgo entre las tribus que a veces hace incursiones en el interior de Abyssinia desde el norte, sospecha que el Gremio puede estar tramando algo. Este hallazgo no es otra cosa que copias del libro escrito por Ephraim Wade "Contiones de Rege Flamae", que traducido del latín sería "Discursos del Rey de la Llama". Dicho libro se ha prohibido por todo occidente y también las fuerzas de Abyssinia tienen orden de destruir todas las copias que encuentren, salvo esa, para su estudio. El motivo por el que el Emperador ha mandado a su hijo a una campaña en el norte es descubrir las posibles implicaciones del Gremio en todo lo sucedido, si es posible que estén usando nuevas armas desconocidas para el resto del mundo.

Lo que el Príncipe Unathi se ha encontrado de camino a Túnez es su primer encuentro con los adoradores del Hombre Ardiente. Todo lo que tiene para responder a sus preguntas es un puñado de prisioneros balbuceantes que no hacen más que lanzar alabanzas a su deidad y un libro prohibido, todo en mitad de una campaña territorial. Pronto descubrirá que esta guerra va a sufrir giros aún más siniestros.


El Imperio Inglés

Escrito por Matthew Farrer

Hasta la apertura de la Brecha en 1787, el Imperio Inglés es indistinguible de su contrapartida en el mundo real. Igual que aquí, ha sido una superpotencia naval y comercial con un dominio sobre territorios repartidos por todo el globo, que recibe un golpe de realidad acerca de su aproximación política con las colonias cuando los norteamericanos deciden rebelarse en 1775 y consiguen su independencia. Esto provoca un trauma en la política exterior imperial, que va a invertir en la fundación de agencias de información que entrenen agentes para repartirlos por sus territorios y otros países con tal de adelantarse a los movimientos de posibles revolucionarios o de potencias rivales.


Cuando el Concilio estuvo buscando voluntarios por todo el mundo para devolver la magia a la Tierra, el Imperio Real se aseguró de procurarle practicantes de magia que hicieran las veces de informantes. Gracias a eso descubrieron la existencia de la Brecha antes de que el hallazgo se hiciera público, incentivando al instante esfuerzos de colonización para ocupar el mundo que había al otro lado. Sin embargo esto no fue nada fácil. La Brecha estaba en Santa Fe, que aunque fuera territorio mexicano, los americanos no iban a permitir que se acercase ni un solo buque inglés. La lucha por la independencia todavía era algo muy reciente por lo que el nuevo gobierno estadounidense puso todas las trabas a su disposición para entorpecer la llegada de barcos ingleses. Para cuando llegaron a Malifaux, otras naciones europeas ya habían accedido a la Brecha. Para empeorar aún más las cosas, al Imperio Inglés le fue casi imposible acceder al mercado de las Piedras de Alma por las imposiciones americanas, de manera que muy pocas llegaron a suelo inglés. En los primeros años de esta colonización inicial, el Imperio Inglés se vio al borde de la quiebra económica, teniendo que recurrir incluso a corsarios para robar discretamente cargamentos de este mineral. A nivel industrial no les quedó más remedio que desarrollar una infraestructura que no dependiese de las Piedras de Alma, menos eficiente que la que sus vecinos descubrían gracias a la experimentación arcana. En la mente de la política inglesa, todo esto era una extensión de las consecuencias de una política colonial negligente, de manera que de inmediato reformaron su trato con las colonias de arriba a abajo, otorgando mucha mayor autonomía y libertades a  gobiernos coloniales. En este momento, sus dominios se extienden a Australia, Nueva Guinea y unas posesiones muy pequeñas en el Caribe, Asia y el Norte de África. A la larga, una infraestructura no dependiente de las Piedras de Alma les ayudaría a mantenerse a flote cuando la Brecha se cerró, paralizando con ello toda la industria que dependía de ellas en 1797. 

El Imperio Inglés fue un jugador secundario en la Guerra del Polvo Negro, entrando en el conflicto en 1805, dos años después de su estallido. Su falta de Piedras de Alma era conocida por todos, logrando así evitar que la guerra se luchara en suelo británico, pero sí vieron peligrar sus colonias, lo que llevó a la nación al conflicto con otras potencias. Por un lado, la defensas de sus posesiones en el Caribe los llevó a choques con los americanos, apoyar a los otomanos hizo que Bulgaria les declarase la guerra y la defensa de sus colonias más lejanas y sus rutas mercantiles se convirtió en la máxima prioridad. Obviando el coste humano, relativamente limitado, el Imperio no tardó en ver que la guerra ponía a prueba su economía. El final de la guerra en 1813 con el surgimiento del Gremio resultó muy conveniente, o eso le pareció al gobierno británico hasta que se descubrió que buena parte de la rama política que fundó el Gremio procedía de la aristocracia inglesa, muy descontenta con la falta de Piedras de Alma de su país. No es de extrañar que la sede inicial del Gremio estuviera en Londres.

Inicialmente, el Imperio Inglés estuvo encantado con la presencia del Gremio en su capital, gracias a esto se habían colocado en el centro del mapa político, ganando una influencia nunca vista, por no mencionar los avances industriales y económicos que el Gremio trajo consigo. Fallaron por completo en ver el lobo bajo la piel de cordero que era realmente el Gremio. Lejos de tener un sentimiento nacionalista, el Gremio era su propia entidad, únicamente preocupado por defender sus propios intereses. No pasó mucho tiempo antes de que la influencia del Gremio se colase en la política inglesa imponiendo un estado policial que subyugó al país. El acto más descarado del Gremio fue el asesinato del Rey Carlos III para imponer su voluntad sobre la monarquía y someter a la población inglesa. El mandato del Gremio permaneció casi incontestable a lo largo de todo el siglo XIX hasta que la Brecha se reabrió en 1897.

La independencia del Imperio Inglés no se llevó a cabo de la noche a la mañana. Tan pronto como el Gremio puso toda su atención en Malifaux, la resistencia a su mandato creció a todos los niveles, político y propagandístico. Más importante aún es que el movimiento Arcanista y el Imperio Real establecieron lazos de inmediato. Fue en parte gracias a la inversión de las cámaras imperiales que los Arcanistas crecieron tan rápido además de obtener un cliente habitual de su red de contrabando. El espionaje inglés dio sus frutos a la hora de financiar la piratería contra navíos del Gremio a otras naciones, gracias a que conocían a la perfección sus rutas comerciales. Entre estos dos elementos, el espionaje y la colaboración con una organización de magos terroristas, el Imperio Real prácticamente libró una guerra contra el Gremio en las sombras, siempre esforzándose por disimular su rastro. Para 1904, sus reservas de Piedras de Alma habían crecido lo suficiente como para declarar su independencia, coincidiendo con la Ley Marcial impuesta por el Gobernador General Herbert Kitchener en Malifaux. Esto obligaría al Gremio a trasladar su sede a Viena. Los dos años que separan la independencia del Imperio Inglés de la aparición del Hombre Ardiente vieron cómo las tensiones entre ellos y el Gremio crecieron, cada uno alimentando rebeliones en las colonias del otro e imponiendo bloqueos en los puertos para tratar de ahogar la economía rival. 

En junio de 1906, el Hombre Ardiente desataba el infierno sobre Londres, arrojando a la nación a una guerra abierta contra sus enemigos. Meses después de la Batalla de Londres, todavía hay criaturas merodeando en el subsuelo de la ciudad y el viaje a las colonias por mar se ha vuelto más peligroso que nunca. Habrá que ver cual es el futuro que le depara a la nación, especialmente ahora que los Arcanistas han perdido a su líder y hay monstruos en sus puertas. 

Relato: El Fuego de San Pablo

En la entrada que escribí sobre la Batalla de Londres mencioné que un suceso aislado pero devastador fue que todos los dirigibles que se acercaron a la Catedral de San Pablo durante la ofensiva por retomar la ciudad durante el primer día fueron dañados o derribados por un haz de luz que emergía de la torre de la catedral. Esto que tan solo es una nota a pie de página durante la gran batalla, es el eje de esta historia, que la protagoniza uno de los personajes clave de esta facción, Charles Edmonton.

Comenzamos a borde de la IMFS Gracia de Dover, un dirigible que surca el cielo sobre los tejados de Londres. Desde las ventanillas de tiro, algunos soldados discuten sobre qué puede haber pasado y si esto será cosa del Gremio mientras tratan de vislumbrar algo a través de la niebla que se ha tragado la ciudad. Barrios enteros están anegados y algunos edificios están en llamas, pero es imposible distinguir nada con claridad, salvo el Hombre Ardiente, quieto en mitad de la ciudad. En el puente de mando de la nave está el Capitán Charles Edmonton, quien tiene la misión de desplegar su compañía en Paternoster Square como parte de la primera oleada. Tras su nave hay un ala entera de dirigibles, cada uno con docenas de soldados apunto de descender sobre una zona de combate, a luchar contra un enemigo desconocido. Paternoster Square no ha sido elegido por casualidad, está situada en una zona alta de la ciudad llamada Ludgate Hill, donde las aguas no han llegado y sobre la que se construyó la Catedral de San Pablo. 

Cuando se aproximan al lugar, una apertura en la niebla permite ver que un gran número de personas está reunido a las puertas de la Catedral. Todos en el puente de la Gracia de Dover están confusos por esta visión, la muchedumbre parece ignorar el caos que hay a su alrededor, como si hubieran acudido a una misa sin importar que el resto del mundo estuviese en ruinas. Edmonton echa mano de su fusil, un SM Lee Enfield Mark III que usa como arma de precisión para observar de cerca lo que está pasando. La gente a las puertas de la catedral se compone de personas de todos los estratos sociales, hay incluso un miembro de la Royal Guard entre ellos. No fiándose de lo que ven sus ojos, Edmonton saca de su bolsillo un monóculo especial. Esta es una lente fabricada para actuar como un acoplamiento de su fusil que le permite ver cosas invisibles al ojo humano, como criaturas mágicas. Se alude a que en una ocasión, Charles vio a un mímico en la Tierra a través de ella. Cuando observa a la muchedumbre a través de la lente, todos ellos parecen estar ardiendo, unidos por largas hileras de fuego que los atan como una cuadrícula llameante. Al mirar a la catedral, es capaz de distinguir una figura humanoide a través de los muros, que brilla como un segundo sol. En ese instante la silueta parece girarse y estar viéndole a través de las paredes como Charles la está viendo a ella. Segundos después, la torre de la catedral empieza a brillar y el fulgor envuelve el Gracia de Dover.

En la barcaza del dirigible de pronto cunde el pánico. De las paredes y el techo emergen portales de pequeño tamaño de los que surgen masas informes de carne, tentáculos, garras, bocas y ojos repartidos sin orden ni concierto que se ceban con los tripulantes. Los portales provocan daños en la nave al destruir mecanismos clave y rasgar la tela del globo, con lo que empieza su brusco descenso sobre la ciudad. En el choque, la barcaza termina clavada en la torre norte de Tower Bridge. Los soldados que han sobrevivido a la escabechina salen de la barcaza a toda prisa antes de que lo que queda del dirigible caiga sobre el Támesis, descendiendo sobre un tejado poco estable. De inmediato, algunos soldados que están sobre la torre son mutilados cuando saltan sobre ellos pequeñas criaturas aladas. Sin pensárselo dos veces, los supervivientes disparan a cualquier cosa que se mueva en la niebla y los monstruos parecen captar la idea de que no están en el menú. Edmonton ve que no solo ha sido su nave la que ha sido derribada, otros dirigibles son alcanzados por la luz que emerge de la catedral y son derribadas o tienen que aterrizar con daños visibles desde la distancia. De su tripulación solo quedan él y un puñado de soldados, con tres kilómetros que los separan del punto de descenso de las naves. 

A partir de este punto, el relato es un viaje por territorio hostil a medida que Edmonton y su grupo se van encontrando con las diferentes abominaciones que componen las Hordas Gorgojeantes, es un relato que tiene que ver menos con la ficción militar y más con la lucha por la supervivencia. En cada pequeño encuentro, Edmonton da muestras de su personalidad, un líder frío y calculador dispuesto a ejecutar tácticas que implican un riesgo para sus soldados, a la vez que confía en ellos para salir victoriosos. No los sacrifica inútilmente, sencillamente actúa con la mentalidad de "la misión ante todo", con un aire tranquilo para pensar en la mejor táctica de forma meditada incluso bajo presión.

Consiguen salir del puente gracias a que un barco pasa por ahí buscando supervivientes entre los restos del dirigible y gracias al testimonio de la capitán, Edmonton y su grupo descubren todo lo sucedido en la catástrofe. Los portales de donde han surgido los monstruos, la noche de devastación por la que ha pasado Londres, el comportamiento de los engendros, que actúan mas como depredadores que como un ejército...el descubrimiento de que se enfrentan a una amenaza que ni siquiera es humana y cuya causa es casi desconocida cae como un jarro de agua fría a los soldados ingleses, que poco a poco van cayendo víctimas de un enemigo para el que no les han entrenado. Por muy profesionales que sean, tienen todas las de perder, solos y aislados en un territorio que ahora mismo es hostil. 

De camino a Paternoster Square, Edmonton y su grupo contemplan desde la distancia que el gentío que estaba a las puertas de San Pablo no se ha movido de ahí. La capitán les dice que son los llamados "Quebrados", personas que perdieron la cordura a lo largo de los días que el Hombre Ardiente pasó en lo alto sobre Londres. Sea lo que sea lo que esté atacando las naves inglesas, está en el interior de la catedral, y deben acabar con él. La única manera de pasar es crear una distracción que disperse a la gente de la entrada para que un grupo entre y atraiga al individuo que Charles vio a través de su lente, lo justo para que se acerque a una de las ventanas. Charles tomará posición en un edificio cercano para dispararle a través de la ventana en cuanto asome su cabeza.

Aunque a los soldados que quedan les duele en el alma disparar contra ciudadanos ingleses, los Quebrados no muestran ningún titubeo en perseguirlos para descuartizarlos. El engaño funciona a la perfección y la muchedumbre persigue a unos pocos soldados mientras otro par se mete en San Pablo para enfrentarse al conjurador. El interior de la Catedral ha sido saqueado por completo, con todas las imágenes religiosas retorcidas para mostrar de alguna manera al Hombre Ardiente. El techo es un amasijo de portales que muestran un caleidoscopio de lugares de otra dimensión: desiertos, tundras, cielos nocturnos y un enorme ojo que ocupa todo un portal para él, solo son solo algunas de las cosas que se ven a través de ellos. El mago en cuestión parece una parodia de obispo, recibiéndoles como si fueran feligreses. Los soldados no dudan en dispararle pero las balas entran y salen por portales que puede crear sin dificultad. Sus poderes simplemente son demasiado para los soldados, que mueren de formas horripilantes. Desde el tejado en el que está apostado, Charles ve que no podrá hacerle nada con un disparo normal, de manera que carga un proyectil especial: una Piedra de Alma cortada para ser usada como una bala, un truco que según tiene entendido, lo inventó cierta familia de Malifaux llamados los Ortega. La bala entra limpiamente en la cabeza del falso obispo, que aún tiene tiempo de dar una última amenaza del poder que se cierne sobre todos antes de morir.

La segunda oleada de dirigibles llega a Paternoster Square sin problemas y cientos de soldados empiezan a desplegar su armamento para cubrir todas las entradas a la plaza. Charles se reúne con el Capitán Trent para informar de lo sucedido y dar nuevas directrices de inmediato con las que combatir a las Hordas Gorgojeantes. Apenas ha estado un par de horas en la zona de combate, suficiente para tener una experiencia de aquello a lo que se enfrentan. A pesar de su entereza, por dentro está agotado. Sabe la titánica tarea que tienen por delante para retomar la ciudad. 


El Gremio de Mercaderes

Escrito por Mason Crawford

Siendo un viejo conocido de Malifaux, el Gremio en The Other Side es lo contrario a lo que se muestra al otro lado de la Brecha. En Malifaux son el poder, quien dictamina la justicia y posee la autoridad. En la Tierra ha sido la mayor potencia económica que ha visto la humanidad a lo largo de todo el Siglo XIX, solo para desplomarse en la década que la Brecha lleva reabierta. En este momento, el Gremio es una sombra de lo que ha sido, pero incluso en este estado es una entidad a tener en cuenta tras haber acumulado una influencia inmensurable a lo largo de a mayor parte de un siglo. Para ver su historia al completo y con detalle ya existe una entrada dedicada a eso en este blog, aquí me voy a limitar a resumir la información expuesta.


El nacimiento del Gremio como tal no se dio hasta mediados de la Guerra del Polvo Negro. Antes del conflicto, muchas cábalas de magos ansiaban los logros que habían alcanzado los miembros del Concilio al haber abierto la Brecha, tanto en influencia política como en puro poder arcano. Durante años estuvieron planeando maneras de acabar con sus miembros mediante conspiraciones que socavasen su poder o los dirigiese unos contra otros, un problema que se resolvió por sí solo cuando la Brecha se cerró con los miembros del Concilio al otro lado. La Guerra del Polvo Negro fue para estas cábalas una oportunidad de aumentar su influencia manipulando los gobiernos del mundo para dirigir sus campañas y esfuerzos políticos inadvertidamente contra otras sectas mágicas, pero muchos de estos grupos terminaron por disolverse, ya sea porque fueron descubiertos, por muertes en batalla, o porque otra cábala les supero. El grupo que más tarde se bautizaría como el Gremio de Mercaderes estaba compuesto por ex-miembros de otras cábalas que llevaron a cabo un nuevo procedimiento a la hora de ganar influencia durante la guerra. En lugar de recurrir a artimañas mágicas, usaron su conocimiento para invertir en una industria armamentística que produjera armas más modernas, atrayendo políticos de varias naciones y banqueros de las cajas de Europa en su conspiración. En la segunda mitad de la guerra, esta cábala se convirtió en la más fuerte con amplia diferencia, absorbiendo o eliminando a todos los competidores que tratasen de imitar su trabajo. Para 1813 se dieron a conocer públicamente como el Gremio de Mercaderes, una entidad dispuesta a regular el comercio de Piedras de Alma, haciendo con ello de intermediarios entre unas naciones muy agotadas después de once años de conflicto.

Nadie creyó que una entidad bancaria pudiera hacerse con el dominio mundial. Con el monopolio del comercio de Piedras de Alma en su mano, el siguiente paso del Gremio fue imponer sus demandas políticas por todo el mundo. Su primera oportunidad para demostrar su poder llegó con el alzamiento de Napoleón Bonaparte, que depuso al monarca francés y organizó un ejército para llevar a cabo la conquista de Europa con las Piedras de Alma que requisó de las cámaras del Gremio en Francia. El Gremio exigió a las naciones europeas la formación de un ejército inmediatamente para pararle los pies, asesinando a todos aquellos políticos y aristócratas que se les opusieron. Con un ejército bajo su mando y un enorme cargamento de Piedras de Alma, el Gremio destruyó por completo el ejército francés en Waterloo, tras lo que seguirían los Pactos de Bourbon, donde el Gremio decretó las condiciones de la rendición para Francia. A lo largo del resto del siglo, más asesinatos políticos asegurarían el dominio de la organización por toda Europa y luego Asia y Suramérica, creando varios oligopolios económicos en nuevas industrias patentadas por ellos mismos y redes comerciales que se extendían por todo el planeta. 

La decadencia del Gremio llegó de manera repentina, si bien antes del desplome de su autoridad ya arrastraba algunos problemas crónicos. El control de Asia mediante una ocupación militar de la India y los Tres Reinos era un problema constante y la incapacidad del Gobernador General de Malifaux Herbert Kitchener no ayudaba, pero estos eran problemas con los que podían lidiar. El verdadero golpe llegó en 1904 con la imposición de la Ley Marcial en Malifaux, que detuvo el tráfico ferroviario a la Tierra y con ello, los envíos de Piedras de Alma. El pánico se extendió en la Tierra ante la perspectiva de que se repitiera el desastre de cien años antes. Justo en ese instante, el Imperio Inglés hizo lo que nadie creía posible: declarar su independencia del Gremio. Con ello, reclamó el retorno de todas las tropas que la tiránica organización estaba manteniendo en Asia, dejando su infraestructura militar incapaz de sofocar las rebeliones de la región. A pesar de las exigencias del Gremio y los intentos por arruinar a los ingleses, estos lograron prosperar sin el Gremio, lo que llevó a que Rusia y el Imperio Otomano exigiesen mejores tratados comerciales, cosa a la que el Gremio no habría aceptado en cualquier otra circunstancia. Con su dominio militar cercenado y el monopolio perdido, el Gremio veía peligrar su dominio mundial por primera vez en mucho tiempo. Entonces llegó el Hombre Ardiente y puso todo patas arriba. El ritual fallido del Gobernador General Kitchener hizo que se tambalease el poder del Gremio en Malifaux durante unos meses y el resto del mundo sufrió el desastre que supondría el nacimiento de un dios enloquecido. El terremoto de San Francisco y la Batalla de Londres solo fueron el comienzo de una guerra por la supervivencia de la humanidad. De puertas para afuera, una nueva demanda armamentística es algo con lo que el Gremio se frota las manos. De puertas para adentro, necesita encontrar una solución a esta situación si no quieren que la raza humana desaparezca devorada por amenazas que apenas comprende.

Relato: el Concilio de Minerva


Este relato es más breve y concentrado que los anteriores, con mucha construcción de un personaje muy concreto en un momento clave en la Historia del Gremio. Nos situamos en Viena, nada mas y nada menos que en la sede de poder del Gremio de Mercaderes, después de que fueran expulsados de Londres. Un empleado llamado Alwin Parcelmont va a ser nuestro narrador,  quien tiene que atender a una importante llegada a Viena, una miembro del Concilio de Minerva, que es la cúpula del Gremio de Mercaderes, una Condesa de Valencia llamada Beatriu Augusti i Raquela Garcia. Vemos al pobre diablo repasar la pronunciación una y otra vez para no meter la pata nada mas empezar, pero cuando tiene que ir a recibir a la aristócrata, se encuentra con que otra persona ha ocupado su lugar: su nuera, Jacinta Guillem i Roser García. Resulta que sin avisar en absoluto, esta mujer ha emparedado a su suegra, a su marido, y ha heredado el título y propiedades, junto con el asiento que le corresponde en el Concilio de Minerva. Este personaje es clave a lo largo del relato y el que recibe mayor construcción. La Condesa Jacinta es una mujer promiscua, descarada, poco dada a los ademanes nobiliarios y que parece tomarse todo como un juego. Durante su primera visita a la sede del Gremio, los adornos más lujosos atraen su atención, mientras que los más macabros la aburren. Antes de la reunión formal con el resto de miembros del Concilio, Jacinta tiene tiempo de tomarse un té con otro miembro, un banquero alemán llamado Mattias Steuben. En su conversación, ella se burla de la idea de "paz del Gremio" que el banquero insiste en defender, sacando a relucir algunas de las actuaciones más oscuras de la organización: la India, los Tres Reinos, los pogromos en Rusia y los recientes sucesos de Londres. Más temprano que tarde, Alwin adivina que la nueva Condesa de Valencia no es de cuna noble, sino alguien infinitamente más peligrosa que una mera aristócrata.

Después de su acalorada discusión, que ella no parecía tomarse en serio, acuden al hemiciclo donde se reúne el Concilio de Minerva. La sala es descrita con detalle, destacando un enorme cráneo de carnero cubierto de Piedras de Alma, concretamente cinco mil setecientas noventa y siete, una por cada día de la Guerra del Polvo Negro, todas ellas cargadas (en realidad hay bastantes más que una Piedra por cada día durante once años). Dicho de otra manera, las almas de miles de personas adornan la sala donde se reúne la cúpula de la organización más poderosa del mundo.

La Magister, quien es elegida como portavoz del Concilio entre sus miembros y arbitra sus discusiones, ocupa su puesto en el estrado, una mujer llamada Andrea Van Asch. Las discusiones del día giran entorno a la hecatombe en Londres y en cómo van a lidiar a nivel diplomático con ello. No tardamos en ver que los tres grupos que conforman el Concilio de Minerva, banqueros, nobles y magos, discuten tanto unos con otros como entre sí mismos. Todo esto a Jacinta parece importarle más bien poco hasta que uno de los magos pide la palabra. Este es Phillip Cromwell, a quien el Gremio había enviado para eliminar al Hombre Ardiente, sin mucho éxito. El tal Cromwell camina hasta el centro de la sala, aparentemente borracho, y da un discurso sobre que todos deberían unirse al Hombre Ardiente. Cuando están apunto de echarle de la sala, Jacinta percibe una extraña energía creciendo en él y avisa a Alwin de que no se separe de ella. Los miembros de la sala solo tienen unos instantes para ponerse a cubierto antes de que Cromwell inunde en llamas toda la estancia, sacrificándose en un atentado suicida contra los dirigentes del Gremio. 

Cuando es capaz de ver el resultado de la atrocidad, Alwin se encuentra con que la sala ha sido destrozada. Del cadáver de Cromwell solo queda una mancha humeante y tanto el grupo de nobles como el de banqueros ha sido erradicado, junto con la Magister. Solo unos pocos están vivos, aunque en un estado tan lamentable que es mejor sacarlos de su miseria de un tiro. Los magos han sobrevivido gracias a barreras mágicas que pudieron levantar antes del estallido. Solo una persona de los otros grupos sigue con vida: la Condesa Jacinta, que "casualmente" sabía lo justo de defensas mágicas como para protegerse usando las Piedras de Alma que lleva engastadas en sus pendientes. Jacinta predice, acertadamente, que los magos elegirán ahora a un nuevo Magister, antes de reclutar a los nuevos banqueros y aristócratas para rellenar los asientos vacíos, a la única persona que queda de otro grupo para quitarse de en medio la única oposición que les queda: ella misma, algo con lo que parece encantada. Alwin le pregunta cómo es que ella sabía que Cromwell iba a atentar contra el resto del Concilio, una pregunta que ella decide esquivar. Si algo hemos aprendido en este blog es que rara vez las cosas ocurren por casualidad, así que es muy curioso que alguien llegue a Viena a tomar su asiento en el Concilio justo el día en el que habrá un atentado que provocará su ascenso inmediato en el Gremio de Mercaderes ¿no es así?

Como nota final: resulta que el autor de este blog, aquí presente, es de Valencia y principalmente coleccionista del Gremio. Que la líder del Gremio también haya resultado ser de Valencia es...Wyrd en su estado más puro.


Para la siguiente entrada, ya la Tercera Parte del Reglamento, serán las facciones de Malifaux las protagonistas.

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